Una sociedad dirigida por individuos con trastornos de identidad
Vaya temporada de elecciones que llevamos. Tenemos una elección por mes, y parece que, todavía, en el otoño, según los intereses de algunos partidos, se piensa en unas elecciones generales y unas segundas de Cataluña, al no ser capaces de acordar unas medidas para gobernar aquella región. ¡Cómo nos hablan de democracia si no son capaces de asentir en unas reglas de concordia para gobernar cuatro años!
Que estamos en decadencia es un hecho evidente. Se celebraron las elecciones para autonomías y ayuntamientos hace un año, se resolvieron con alguna dificultad las diferencias y se pusieron en marcha estas instituciones. A ese nivel, aunque hubo sus pequeños problemas de partido, se resolvieron. Pero como no fueron del gusto del presidente, Pedro Sánchez, a tontas y a locas, convocó inmediatamente las elecciones generales. Que resultaron un fiasco en el mes de julio, en pleno verano. El que tuvo mayoría no pudo formar gobierno, y quien había quedado segundón vendió el honor político y de su persona por comprar unos votos, para lo que tuvo que maquinar una amnistía, pues algún titular de tales votos, como delincuente perseguido por la justicia, estaba fugado en el extranjero.
Ahora, celebradas las elecciones catalanas, nos encontramos en un mar de dudas. Los números no dan para formar gobierno. El PSOE, que dispone de una raquítica mayoría, se encuentra solo, y los catalanes de Junts per Catalunya, que han quedado segundos, dicen que por qué no van a pugnar por la Presidencia, aunque sean segundos, puesto que no es una novedad, pues en peor situación Pedro Sánchez, segundo en las generales, hasta vendió el Estado por siete votos, y por qué ellos van a ser menos.
Con estos líos va transcurriendo el año sin haber hecho ni siquiera una ley que sirva a los intereses de los ciudadanos, y ahora se va a aprobar la ley de una amnistía para liberar, precisamente, a unos delincuentes y olvidar los delitos que han cometido, traicionando a la nación, por unos votos.
Sumario: Un equipo de gobierno al que lo que menos le preocupa son las necesidades de la población
Destacado: Los miembros de este Gobierno muestran un estado de infelicidad, de insatisfacción o de frustración que en una terminología más técnica se calificaría como disforia
Viendo qué equipo de gobierno tenemos, es algo preocupante, pues se encuentra dirigido por individuos a los que lo que menos les preocupa son las necesidades de la población, como se advierte en los disparatados manifiestos que proclaman. Por lo que los ciudadanos se preguntan si no estamos en manos de unos individuos que muestran trastornos de identidad.
Se ha puesto de moda, en estos tiempos, el Gobierno "woke", como se deduce de los asuntos que legislan. Pues se trata de materias que no responden a la realidad social que vivimos, sino a ideologías que trastornan la vida social, con tendencias que no son para la promoción humana, sino para trastrocar a las personas con el solo propósito de desarticular la convivencia social. De aquí parte el enfrentamiento del Gobierno con los partidos que actúan de una forma racional, calificándoles de derechas y aun de extrema derecha. Y no saben que el derecho es creación de la derecha, y ya es hora que se advierta, que la izquierda tiene como objetivo destruir el derecho. No hace falta más que ver en el trabajo que llevan para desarticular la Constitución y meternos en el sistema "woke".
De modo que los elementos de que consta la democracia, entre los que es necesario una división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, se pretenden eliminar para unificar en el ejecutivo todos ellos. Es evidente, en estos tiempos, que tenemos un Gobierno que trabaja denodadamente por llegar a una dictadura absorbiendo el poder judicial, pues las otras dos las domina, aunque es en oposición de la idea de democracia.
De modo que podemos advertir que tenemos unos gobernantes que se sienten incómodos si se actúa de una forma racional, como espera el pueblo. Con la forma normal de actuar, hay que ver cómo se solivianta el Gobierno. Si la oposición decide hacer alguna crítica, presto se le acusa de enfangar y cubrir de lodo todo, y se le tacha de populista y ser de extrema derecha, cuando con toda lógica actúa conforme al sentir de pueblo. Si los jueces aplican la ley, que ya está dictada, se les incrimina de "lawfare"; si unos ciudadanos rezan el rosario por la calle, se les multa, sin indicar la causa de este delito; si el responsable de la patronal indica que sería conveniente que los trabajadores tuvieran mayor información de lo que cuestan a la empresa, se le acusa de extremista. Por el contrario, con los separatistas, ya sean del País Vasco o de Cataluña, se acuerda cualquier exigencia que propongan, se les facilita la amnistía para que se olviden de todos los crímenes cometidos, y se les promete un venturoso futuro.
Por la forma de comportarse, los miembros de este Gobierno muestran un estado de infelicidad, de insatisfacción o de frustración que en una terminología más técnica se calificaría como disforia, y tiene sus causas, las cuales pueden ser por la irresolución de lo que hacen, por la inseguridad económica evidente con la enorme deuda que han producido durante los años de su mandato, y por los ascensos, súbitamente, a tan grandes responsabilidades, que no las han asumido.
Lo más importante del lamentable panorama político es que no se ve un cambio a corto plazo. Lo cual debe invitar a los ciudadanos a una reflexión para que recapaciten y decidan por políticos que tengan una forma normal de pensar y actuar, respondiendo al sentir de la población.
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