El triunfo de las democracias
La democracia es más que unas elecciones periódicas y una organización de la sociedad. Basada en aplastantes mayorías en un régimen pluralista de libertades y partidos, es el triunfo culminado del espíritu humano en convivencia, de un orden flexible social justo y que, respetando a todos los sectores sociales, se estructura a través de un ordenamiento jurídico, político y legislativo de derechos fundamentales sagrados, inmunidad total frente a detenciones arbitrarias, torturas y violaciones, por parte de particulares, de esferas del desarrollo de la personalidad individual en todas sus dimensiones. Tanto como manifestaciones del espíritu como derechos de libre circulación y de movimientos, sin estar sujetos a un territorio como un siervo considerado como bien raíz o fungible.
Las libertades colectivas o asociativas, sindicales y de pertenencia a un partido político de libre militancia también caracterizan a sociedades libres representativas y parlamentarias, democracias liberal-representativas con muchas fórmulas para hacer valer la participación ciudadana. El liberalismo desconfía del totalitarismo dogmático y pone al individuo como piedra angular de la dignidad humana, un individuo libre e igual, independiente y con derechos para no ser molestado por el Estado ni por nadie, asociándose libremente con otros individuos y con capacidad de progresar y decidir la mayor parte de parcelas de su vida. Nuestras democracias aseguran alta calidad de vida, con protección social estatal y concertada, sanidad universal, garantismo de no ser discriminado en ningún momento por origen de nacimiento, color, raza, opinión, grupo social de clase, religión profesada, creencias o circunstancia personal. Democracias liberales representativas avanzadas y sociales son Dinamarca, Suecia, Nueva Zelanda, Alemania, Noruega, Italia, España, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos, Francia. Estados Unidos es un país con gran base asociativa civil, un crisol de comunidades, con tradición democrática jeffersoniana, un gran mercado libre de duro individualismo libertario-capitalista, con una Constitución fundante de derechos para la búsqueda de la felicidad individual y el progreso humano; falla en aplicación de la pena de muerte, a veces con errores, el número de presidiarios y una cultura de armas de fuego.
El triunfo de la democracia es el triunfo de la economía social de mercado, de la dignidad humana, del respeto por todo tipo de minorías, con un papel ya central y destacadísimo de las mujeres como lobby, sector con voz propia y con capacidad para ser consideradas por sí mismas, junto a hombres conscientes, así como otros colectivos, plurales y respetados. La democracia debe contar con voces de todos los sectores sociales para dejar muy atrás pogromos, matanzas, totalitarismos nazi-fascistas y comunistas totalitarios, discriminaciones y racismos, en regímenes democráticos avanzados, republicanos sociales o muy monárquicos parlamentarios europeos.
José Luis López Tamargo
Oviedo
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