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Las listas de espera

23 de Mayo del 2024 - Fernando Vijande Fernández (Castropol)

En mi casa rezábamos mucho, éramos muy de rezar por cualquier cosa, y no penséis que rezábamos más en Semana Santa, que también, sino en cualquier momento del día.

Que se ponía una vaca mala, rezábamos por la vaca; que perdíamos las agujas de calcetar, rezábamos el responso a San Antonio; que había alguna cosa imposible, rezábamos a Santa Rita; que me levantaba con legañas en los ojos, rezábamos a Santa Lucía. Siempre había un santo o santa para cada cosa, vamos, que teníamos ya en aquella época en el cielo un montón de especialistas y no protestábamos por nada, y además sin listas de espera.

Cuando en Vegadeo los médicos Espinosa y Posada me operaron de las anginas con un abrebocas y unas tenazas, no podía hablar y me dijeron que rezase con el pensamiento. Yo no sabía cómo rezar con el pensamiento, pero tanto pensaba y pensaba que la onda, en lugar de ir al cielo, se me iba a otro lugar más terrenal y no había manera de que subiera a los cielos, que era adonde tenía que ir.

Un día, la maestra que teníamos en la escuela, la señorita Isabel, llegó llorando y nos dijo que a Kennedy, el presidente de EE UU, le habían disparado con una pistola, que estaba muy grave y que teníamos que rezar por él. Ese día estuvimos rezando sin parar, algunos se dormían, y la maestra los despertaba con una vara de señalar las cordilleras del mapa de España golpeando sus cabezas. Nos íbamos turnando los niños y niñas en el rezo y a cada uno de los veinte misterios de Cristo seguían un padrenuestro, diez avemarías y un gloria.

Cuando llevábamos ya casi dos horas rezando y algunos durmiendo, la maestra nos dejó salir al recreo y el rezo acabó como el rosario de la aurora, con empujones y golpes al salir por la puerta.

Más tarde se supo que aquel presidente católico, al que dispararon cuando iba en un coche descapotable en compañía de su mujer, tenía una amiga especial de juegos que se llamaba Marilyn y que solamente se ponía para dormir Chanel n.º 5. También más tarde, esta amiga especial del presidente, agobiada por las circunstancias de la vida, tuvo una muerte muy traumática con las pastillas después de pasar por encima de una rejilla de alcantarilla.

Yo, en mi inocente y tierna infancia, también tenía una amiga especial de juegos de nombre parecido que se llamaba Mariví (María Visitación), pero, no, no debía ser igual.

La maestra también conoció la existencia de la amiga especial de juegos del presidente, pero lo disculpó porque era un hombre muy bueno y luchaba contra los comunistas; además, esas cosas eran cosas de hombres, como el coñac Soberano y los niños no lo entendíamos.

Otras veces la maestra, cuando se enfadaba, nos llamaba de todo: ignorantes, subnormales, mongólicos, analfabetos y pecadores que iríamos al infierno de cabeza. Todavía no existían las palabras corrupto, prevaricador, conseguidor, comisionista, pederasta, felón, sátrapa, etc.

Bueno, pues hoy por la mañana me dispuse a pedir consulta a Jarrio en urología y estaba comunicando.

No sé si es mejor que llame al cielo a ver si está San Zoilo, patrón de los urólogos, al que le quitaron los dos riñones y, como seguía vivo, tuvieron que cortarle la cabeza, porque no era plan que viviese después de ese martirio, para que me eche un vistazo.

También es posible que el cielo, conociendo mis antecedentes, no me conteste y entonces les diré a todos como decía don Juan Tenorio, de Zorrilla:

"Llamé al cielo y no me oyó,

mas si sus puertas me cierra

de mis pasos en la Tierra

responda el cielo y no yo".

"Coime, mira, contestóume Jarrio, vou pr'aló".

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