Vamos emigrar a Stuttgart falando la llingua, van entendenos
Este calentón que últimamente les entró a algunos por pretender oficializar la llingua o bable no sé yo si más que encontrarle utilidad no será en cierto modo afán de protagonismo poniendo una pica, no en Flandes, sino en el Puertu Payares.
Cualquiera puede ver que la lengua o idioma dicho en singular une, la prueba la tenemos con el castellano o español que nos hace entendernos con millones de personas al otro lado del Atlántico. Las lenguas, dicho en plural, dividen y son en muchos casos un auténtico problema para la convivencia entre los seres humanos. En ese sentido, yo pienso que puedo dar fe de ello; viví doce años en Alemania y pude comprobar el enorme problema que representa el no tener un idioma en común. Pasé años viéndome aislado por no saber alemán, llegué a pensar que los alemanes nos despreciaban a cuantos españoles habíamos emigrado entonces a aquel país; nada más lejos de la realidad, a medida que iba aprendiendo a hacerme entender y yo a entenderlos a ellos, las cosas iban cambiando; hice amistades y amigos alemanes que hoy, cincuenta años después de mi regreso definitivo a Asturias, los pocos que aún viven, me llaman o me escriben con cierta frecuencia.
En España tenemos, en mi opinión, los malos ejemplos y consecuencias del fanatismo lingüístico en zonas como Cataluña, Baleares y País Vasco, donde en algunas de esas partes se niega a los niños la posibilidad de aprender la lengua de su país, que no es otra que el castellano o español, mal que les pese a los fanáticos de sus gobernantes. Pretender ahora sumarnos en nuestra Asturias a emular a quienes a todas luces quieren ser cualquier cosa menos españoles y la primera arma que utilizan para ello es el odiar y despreciar la lengua de todos, que es el castellano o español, que me perdonen, pero lo veo un disparate.
Por si alguien piensa que por tener un apellido tan poco común en Asturias como es el de Lauret soy alguien venido aquí desde cualquier otra parte de nuestra España, les aclaro que soy asturiano de nacimiento, hijo de asturianos, nieto y bisnieto de asturianos y amo a nuestra Asturias como cualquier Menéndez, Fernández o González, por poner algunos ejemplos.
Tenemos la Seguridad Social con listas de espera que da pena y parece que no es lo urgente el arreglarla, nuestros jóvenes se ven obligados a emigrar, tal como lo hicimos sus abuelos, y cuando llegan a Stuttgart, Frankfurt o Berlín nadie les va a preguntar: ¿qué faes por aquí, ho? Sino más bien recurrirán al alemán o inglés. Conclusión: en mi opinión, gastamos perres en mandreñes cuando lo que se lleva son zapatos deportivos.
José Luis Álvarez Lauret
Gijón
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