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Acoso con "alevosía y publicidad"

27 de Mayo del 2024 - Ángeles Menéndez Muñiz (Corvera de Asturias)

Hoy escribo sobre el acoso escolar. Un problema que siempre ha existido pero ahora con tanta tecnología se expande con una rapidez inusitada porque quienes lo practican tienen la poca vergüenza de grabarlo y compartirlo entre sus amigos, así como hacerlo rular en las redes sociales.

Se sienten orgullosos/as y esperan los "me gusta" de los que tienen menos sentido que ellos mismos.

El acoso puede tener consecuencias perjudiciales y duraderas para los niños. Además de efectos físicos, el acoso puede ocasionar problemas emocionales y de salud mental, como depresión o ansiedad, sin olvidar el ciberacoso.

A diferencia del acoso en persona, este último puede llegar a la víctima en cualquier lugar y en cualquier momento, produciendo daños muy graves.

Ver a tus hijos sufrir el dolor físico y emocional del acoso o el ciberacoso es un dolor muy grande.

Algunos padres no saben por dónde empezar para proteger a sus hijos del acoso y la violencia. Hay otros que no saben si sus hijos son víctimas, testigos o incluso los perpetradores de esos comportamientos dañinos.

Un acosador tiene la intención de causar dolor, ya sea a través del daño físico o de palabras o comportamientos hirientes, y lo hace de manera repetida.

El acoso es un patrón de comportamiento. Los niños que acosan a otros suelen tener un estatus social más alto o una posición de poder, es el caso de niños que son más grandes o fuertes o considerados "populares".

Los niños más vulnerables se enfrentan a un riesgo mayor de ser víctimas de acoso. Normalmente, se trata de niños de comunidades marginadas o de familias pobres, niños con identidad de género distinta, con discapacidades, migrantes o refugiados.

El acoso puede darse en persona, el ciberacoso suele producirse a través de las redes sociales, mensajes de texto, SMS, mensajería instantánea, correo electrónico o cualquier otra plataforma que utilicen los niños. Los padres no siempre saben lo que hacen sus hijos en esas plataformas, por eso puede resultar difícil identificar cuándo el niño tiene un problema.

El acoso en cualquier modalidad es un problema enorme, y mucho más complicado cuando se ejerce a personas con DC, que, por desgracia, por su vulnerabilidad son candidatas perfectas para "matones" sin escrúpulos. Muchas familias cuando cambian a sus hijos de un colegio ordinario a uno especial, salen ganando porque aunque su intención es que cursen estudios en un colegio o instituto "normal" porque sus hijos dentro de su discapacidad tienen altas capacidades, la convivencia en un colegio o instituto "normal" pronto se convierte en la casa de los horrores.

Pasan a ser los bufones de turno, el saco perfecto donde descargar su ira o la plataforma para confirmar su liderazgo ante sus palmeros que les sirven de cómplices, cometiendo así las mayores agresiones contra sus víctimas; bien porque son "diferentes", por ser de otro país, etcétera. Lo que resulta curioso es que el acosador tiene todo a su favor: es siempre la víctima la que tiene que cambiar de centro educativo. Los profesores no saben o no contestan, se ponen de perfil y aquí no ha pasado nada. En el mejor de los casos con decir que es cosa de niños o adolescentes, asunto arreglado.

Pero sí pasa, ¡y mucho! Hay quien se quita la vida para no seguir soportando a sus verdugos con la complicidad de todos.

¿Por qué tienen que aguantar que les persigan por el colegio mientras se burlan de él o de ella?

¿Por qué tienen que aguantar sus escupitajos, sus palizas, sus insultos, o que les rompan sus cosas?

Bajo mi punto de vista, más vale que sigan en el centro educativo especial porque al menos ahí no sufren acoso, están entre iguales.

Hablamos mucho de inclusión pero de qué sirve si es solo teoría, llevarlo a la práctica me temo que pasarán muchísimos años, y tal vez nunca se consiga, viendo lo que se ve y la falta de valores de la que muchos hacen gala.

Todos los niños/as tienen derecho a vivir en un entorno escolar seguro en el que se respete su dignidad. La Convención sobre los Derechos del Niño subraya que todos los niños tienen derecho a una educación y a estar protegidos contra todas las formas de violencia física o mental, lesiones o abusos. El acoso no es una excepción.

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