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Los gobiernos corporativos

2 de Junio del 2024 - J .J. J. Suárez González (Gijón)

Europa otra vez se encuentra al borde del abismo (tal vez también el mundo entero), pero en esta ocasión no son los nacionalismos, ni los intereses imperiales los que tocan tambores de guerra, los que nos están llevando, como corderos, al matadero, casi sin que nos demos cuenta, pasito a pasito, gota a gota de lluvia fina, hasta la mojadura: son las corporaciones y los gobiernos y entidades supranacionales a sus órdenes.

El siglo XXI va a ser muy diferente de lo que fue el siglo XX o no será de ninguna manera. El mundo unipolar está en peligro por la irrupción en la escena política y económica internacional de nuevas potencias emergentes (China, India, Rusia, Brasil, etc.) que se han unido en una nueva organización, los BRICS (puerta a la que están tocando unos cuantos países), que está poniendo en serio peligro la hegemonía imperial de Occidente. Esos nuevos socios van a sumar en muy poco tiempo la mitad de la población mundial, la mayor parte de sus recursos energéticos (incluidas reservas) y agrícolas, y están ya dejando al dólar, otro de los instrumentos de dominación, de lado, no solo para sus intercambios comerciales. Ya están hablando (Rusia e Irán) de emitir una nueva moneda respaldada por oro. ¿Quién va a preferir papel moneda sin valor alguno y con una deuda detrás de 36 billones de dólares más que unos nuevos billetes respaldados por oro? Los inmensamente ricos, los grandes accionistas, las corporaciones que mandan, han entrado en pánico, están acostumbrados a hacer de su capa un sayo, del mundo su cortijo y de los gobiernos sus mamporreros, no quieren un nuevo mundo multipolar donde ya no pinten nada.

Hace casi 157 años se publicaba la primera edición de "El capital", la obra maestra del filósofo y economista judío alemán Karl Marx. En esta obra imprescindible, Marx ya nos decía que, en la última etapa del capitalismo, las grandes corporaciones mandarían sobre los gobiernos y sobre los estados. Pero Marx no acertó en todo, se equivocó en su previsión de que la primera revolución proletaria sería en la industrial Inglaterra; fue en la agrícola Rusia de los siervos, y también se va a equivocar en que la dictadura de las corporaciones suponga el fin del capitalismo, salvo que suponga también el fin de todo, claro. Pero Marx acertó en lo fundamental, es evidente. Durante muchos años, desde Europa hemos visto con condescendencia cómo las grandes corporaciones y los lobbies pagaban las campañas electorales en los EE UU, es decir, compraban senadores y presidentes. Sin embargo, incomprensiblemente, USA, para la mayoría, era el paladín de la democracia y las libertades, aunque fuera mentira. Ingenuamente, pensábamos que eso no podría llegar aquí, y estoy seguro de que muchos dudarán o negarán que sea cierto que ya ha llegado, pero la pandemia del coronavirus dejó diáfano que gobiernos y entidades supranacionales, como la UE, estaban a las órdenes de las grandes corporaciones. Contratos con tachones para que no se conozcan los términos, exigencia grosera de ayudas públicas de farmacéuticas, siderurgias (y fábricas de baterías) etc., privadas, en fin, hasta cartas de recomendación de la esposa del presidente para esas grandes empresas, para muchos ya es lo más normal del mundo. Se trata de su dinero, ciudadano, del dinero de nuestros impuestos.

Pues bien, el enfrentamiento entre el mundo donde mandan las corporaciones sobre los gobiernos con el mundo donde mandan los gobiernos sobre las corporaciones, ¿verdad que el concepto de democracia ya no está tan claro? No solo se está dilucidando en el campo teórico o en el campo económico, lo han llevado al campo militar. Se trata de derrotar a las potencias emergentes en el campo de batalla para impedir que el nuevo mundo multipolar se imponga sobre el antiguo mundo unipolar, y eso van a ordenar, más aún de lo que lo han ordenado ya, los sátrapas de la economía y el poder que se han reunido este fin de semana en Madrid, el Club Bilderberg, bajo los auspicios de la pseudoizquierda. Las fábricas de automóviles construirán tanques, los fondos de inversión de adueñarán de nuestras ciudades, robarán nuestras haciendas, privatizarán lo público, impondrán la ingeniería social de sustitución para dominarnos mejor y enviarán a nuestros hijos a morir por ellos. Ese es su plan. ¿Qué puede salir mal si hay miles de cabezas nucleares? Antes muertos que sencillos, se han dicho.

La dictadura de las corporaciones ha dejado obsoletos los debates ideológicos tradicionales. Hablar hoy de izquierda y derecha es como hablar del sexo de los ángeles. El general Franco, con sus empresas públicas, sus viviendas para los trabajadores y su sanidad y Seguridad Social es un comunista para las corporaciones y para la nueva ultraderecha sin componente social, que, sin embargo, como fariseos, lo venera en la intimidad. Ya estamos en otra cosa. En EE UU peligra la integridad de un presidente si no sigue las órdenes de los corporaciones, pero en Rusia la integridad que peligra es la de los directivos de las corporaciones si no siguen las órdenes del Kremlin. Es estas estamos y esto es lo que se está decidiendo, cuentos chinos aparte, en Ucrania.

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