La Nueva España » Cartas de los lectores » Entre energúmenos y prosélitos

Entre energúmenos y prosélitos

4 de Junio del 2024 - Juio L. Bueno de las Heras (Oviedo)

No creo que podamos negar que el ambiente político se está enrareciendo a pasos acelerados con el discurrir del tiempo. Por una parte, tenemos un fondo de escenario internacional con guerras en el patio de casa y la arrogancia de encumbrados lidercillos delegados adoptando poses napoleónicas, mientras incluyen en sus pedantes machadas la posibilidad -como si tal cosa- de una tercera guerra mundial. Por otra, en el proscenio sufrimos unas cada vez más crispadas sesiones de nuestros órganos de representación supuestamente democráticos, en las que el autismo y la aspereza y la violencia verbales, estimuladas en una y otro sentido (ataque y defensa) por actuaciones arbitrales de manifiesta torpeza y descarado e insultante partidismo, recuerdan tristes y oscuros tiempos parlamentarios preguerracivilistas, con los nietos repitiendo ahora los papeles de los abuelos (no necesariamente cada uno con los suyos). En este ambientillo fétido, el paso por las tablas de asuntos menores, como la llegada a los tribunales del acoso vecinal denunciado por D. Pablo Iglesias y D.ª Irene Montero, trae a cuento de nuevo la eterna discusión sobre si los huevos fueron o no antes que las gallinas.

Entre gentes civilizadas está asumido que toda forma de violencia física o psíquica que no se inscriba en los primeros estadios de la defensa propia es reprochable, máxime si se desliza al ámbito privado -domicilio particular- y a condiciones circunstanciales de inoportunidad e intimidad, como sería el producirse en horario intempestivo y el involucrar a inocentes. Cualquiera en su sano juicio -desde la fachosfera a la comunistosfera, pasando por conservadores y reformistas, verdes, populares e impopulares- puede entender que los personajes concernidos en agresiones similares estén muy encabronados, incluso dolidos, compungidos, lastimeros y más llorosos de lo habitual, y acudan a los tribunales en demanda de comprensión y compensación. Incluso cuando conste -y podría ser este un caso- que antes, durante o, inclusive, después de este el evento sub júdice podrían haber sido, ser o seguir siendo partidarios -hasta partícipes- en acosos -incluso domiciliarios y extemporáneos- a personalidades públicas rivales (no enemigas, por Dios, que eso es cosa de odiadores, mayormente atrincherados en la derechona). Me estoy refiriendo a la moda de los escraches -acosos esterilizados- y a la santificación de su puño y letra como "jarabe democrático", pero según quién escrachee a quién.

Todo esto es bien sabido y queda bastante evidente a nivel recordatorio en los diversos videos que han aparecido estos días en las redes. Los jueces tienen la última palabra (o las últimas palabras, si, como es de esperar, hay recursos y contrarrecursos). Yo me querría referir a algo más significativo como es la traducción de hechos y antecedentes a la prensa (por ejemplo, en las páginas de este mismo diario) por parte de determinados periodistas, sedicentes acostumbrados a las contraportadas. Cuando uno lee tanto tópico, tanta pelotería, tanta sensiblería, tanto sesgo, tanto consabido, tanta parcialidad y superioridad moral en estos casos, la poca o mucha razón que se pudiera tener en una apología aislada, amable y complaciente de aquellos con quienes legítimamente más simpatiza queda descalificado cuando, simultáneamente, se ignora tanta y tan unidireccional violencia -adoquines incluidos- como la que vienen sufriendo, casi en exclusiva, formaciones políticas que no son precisamente las de nuestros protagonistas de hoy. Que los profesionales de la política sean maniqueos puede comprenderse y hasta perdonarse, incluyendo a las ratitas que miran para otro lado. Que algunos profesionales de la información, con la responsabilidad que tienen, que saben que tienen (y de la que tan frecuentemente alardean), lo sean de una manera tan hilarante por descarada da pena, asco, miedo y rabia. Sobre todo a los periodistas serios que sufren las salpicaduras desde las páginas o las frecuencias contiguas.

Cartas

Número de cartas: 45539

Número de cartas en Junio: 166

Tribunas

Número de tribunas: 2067

Número de tribunas en Junio: 10

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador