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Día Mundial del Medio Ambiente

5 de Junio del 2024 - Javier Arjona (Siero)

La defensa del medio ambiente es una prioridad absoluta.

Los datos hablan por sí solos: la mitad de las especies que conviven con nosotras/os están en peligro de extinción; por cada muerto en accidentes de tráfico en Europa, hay 21 muertes prematuras provocadas por la contaminación; el 76% de las/os ciudadanas/os de Europa malvivimos en ciudades con índices de polución superiores a los permitidos.

Los compromisos en mitigación y adaptación se han establecido siempre en el ámbito de los estados, en una construcción de arriba hacia abajo.

Ahora bien, durante los últimos años, el papel de los gobiernos autonómicos y locales, ayuntamientos, es primordial en el éxito de la política climática, con capacidad para incidir tanto en el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, muy especialmente en las emisiones difusas, como en las medidas de adaptación a los impactos sobre los diversos territorios, los sistemas físicos y los sectores socioeconómicos más vulnerables al cambio climático.

La utilización de pesticidas en los cultivos que provocan las filtraciones de productos químicos a los acuíferos, las basuras incontroladas, la quema y tala de bosques y montes, los vertidos de todo tipo al mar y ríos... son los motivos por los que nuestro medio ambiente se está degradando y podría llegar hasta su destrucción.

El modelo de producción de alimentos también puede mejorarse radicalmente, con vuelta al apoyo a las pequeñas explotaciones y las cadenas de suministro cortas. Trabajando contra el despilfarro alimentario, el uso de plaguicidas y la producción y utilización desmesurada de los plásticos. Con esta visión, podemos preservar la biodiversidad y los ecosistemas, y hacer que los alimentos sean sanos y asequibles para todos.

Precisamos una transición que nos aleje de la movilidad basada en combustibles fósiles y promover modos de transporte más sostenibles, limpios y accesibles, lo cual requiere una importante inversión en transporte público ecológico.

Los cambios climáticos han convertido el ciclo hidrológico en un desconcertante proceso "hidroilógico" , y esa "ilogicidad" es efecto el afán de lucro y la indiferencia por la preservación del planeta, en las naciones desarrolladas, pues son estas las que emiten a la atmósfera cantidades indiscriminadas de gases de efecto invernadero y son las principales responsables de los cambios climáticos actuales, entre cuyas consecuencias figura la alteración del ciclo hidrológico, vital para la sobrevivencia de la especie humana.

Nuestras decisiones, nuestros actos, nuestras elecciones diarias son causa y/o efecto de la política.

Emergencia Climática.

Y llega el 5 de junio, un nuevo Día Mundial del Medio Ambiente.

¿Lo celebramos o nos desentendemos?... dado que también muchos responsables de la desnaturalización ambiental y de la "basuraleza" aprovechan para intentar lavarse la cara sucia.

Puede y debe ser también otro día para la denuncia ante los atropellos continuos a los que sometemos a nuestra Tierra.

Para reivindicar una educación ambiental que ayude a reflexionar a la sociedad acerca de los desafíos a los que estamos sometiendo al planeta.

Un día para reclamar invertir en una gestión sostenible, en conservación, en el fomento de nuevos modelos ecosociales, es el momento de apostar por la ciencia...

Desde lo más local a lo más global, desde el barrio, la fábrica, la escuela, hasta los bosques primarios amenazados por el extractivismo depredador, desde el cambio de hábitos de consumo hacia lo responsable, al cambio de modelo energético global con energías limpias y con aprendizajes mutuos con los pueblos y naciones (por ejemplo, las comunidades indígenas) que consideran a la Tierra su madre, y por lo tanto merecedora de todos los respetos, cuidados, protección y mimos.

Y para ello, para acompañar lo que estos pueblos originarios están haciendo hace miles de años en millones de kilómetros cuadrados de territorios, preservándolos, haría falta asimismo hacer cumplir sus propios derechos como pueblos, tal como indica otra declaración, desde 2007, la de los Derechos de los Pueblos Indígenas del Mundo, o la recientemente aprobada de Derechos del Campesinado, cuyas prácticas de agricultura campesina contribuyen también a "enfriar" el planeta en vez de destrozarlo como hace la agricultura industrial, intensamente contaminante.

El negacionismo del desastre climático tiene su poder corporativo en las industrias más contaminantes, y uno de sus portavoces nada menos que en la Casa Blanca.

Su único interés es preservar privilegios de las industrias de combustibles fósiles, del armamentismo, del extractivismo en general, mientras que otra economía, sustentada en la lógica limpia de energías renovables, con mayor capacidad de creación de empleos y de sostenibilidad futura, va cambiando el panorama, que debiera ir acompañado asimismo de nuevas formas de economía, social, solidaria, de control popular cooperativo que impidan que las mismas u otras corporaciones sigan manejando a su antojo y beneficio el futuro de la humanidad.

¿Y la guerra?

"La humanidad siempre ha contado sus víctimas de guerra en términos de muertos y heridos, de ciudades destruidas, de medios de vida arruinados. Sin embargo, el medio ambiente ha sido con frecuencia la víctima olvidada. Pozos de agua contaminados, cultivos quemados, bosques talados, suelos envenenados y animales sacrificados, todo se ha dado por válido para obtener una ventaja militar". Recuerda la ONU. Las guerras dejan millones de víctimas y desplazados. Unas consecuencias irrecuperables, pero no son las únicas ya que durante estos conflictos también se contamina, se arrasa y se sobreexplota el medio ambiente, el gran olvidado de la guerra.

Israel ya ha lanzado más de 78.000 toneladas de bombas sobre Palestina. Es el equivalente a más de tres bombas atómicas como la de Hiroshima.

1.000.095 gazatíes sufrieron enfermedades infecciosas como resultado del desplazamiento y las malas condiciones de vida, incluidos 20.000 casos de hepatitis viral. 60.000 embarazadas en el enclave costero están en riesgo por la falta de atención sanitaria, además de 350.000 pacientes crónicos porque no tienen medicamentos.

La ofensiva israelí emplea diversas metodologías que agravan la emergencia climática, incluyendo bombas, misiles balísticos, vehículos terrestres, aviones de combate y vehículos no tripulados de alta tecnología. Estos métodos no solo infligen un daño devastador en Gaza, sino que también contribuyen significativamente a la destrucción ambiental, exacerbando una crisis ecológica que se encuentra en estado crítico.

Las emisiones de CO2 generadas por Israel a causa de la operación militar han generado más contaminación que las veinte naciones más vulnerables al cambio climático en un año.

Además, el uso de "fósforo blanco", un compuesto considerado un arma química que se encuentra prohibido, no solo por el daño que causa en las personas sino también por sus devastadores efectos en el medio ambiente debido a que destruye el suelo, contamina el agua y envenena los ecosistemas acuáticos.

Una investigación de la ONU asegura que tan solo la reconstrucción de 100.000 edificios en Gaza, con las técnicas de construcción actuales, generaría al menos 30 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero, lo que equivale al total de las emisiones de CO2 anuales de países como Uruguay o Nueva Zelanda.

Las investigaciones han detallado que los aparatos militares son responsables de casi el 5,5% de las emisiones mundiales anuales de CO2. En el caso de la agresión sionista estamos frente a una situación más compleja. No solo las emisiones de dióxido de carbono agravan la situación climática, sino que también se está produciendo una contaminación indiscriminada de los recursos naturales, incluyendo el suelo, el agua y la calidad del aire.

La destrucción de redes de saneamiento ha provocado el vertido de aguas residuales al mar y a las calles de Gaza, generando encharcamientos altamente contaminantes que afectan no solo el suelo y las aguas subterráneas, sino también la vida de las personas.

Las zonas agrícolas también han sido el objetivo destructor israelí. El 25% del territorio en Gaza era tierra cultivable; y este número se ha reducido abruptamente a menos de un 5%. Las imágenes satelitales muestran que las fuerzas israelíes están arrasando sistemáticamente huertos, campos e invernaderos palestinos, creando un desierto de suciedad y contaminación.

Informes oficiales de Israel afirman que han comenzado a inundar los "túneles subterráneos" de Gaza con agua de mar, lo que podría provocar una "catástrofe ecológica" a largo plazo debido a que la sal marina destruye las tierras cultivables y contamina el agua potable.

La incursión militar sionista ha resultado en una devastación ambiental masiva, agravada por la destrucción de infraestructura esencial y el uso de armamentos prohibidos. La magnitud de los daños, incluyendo la destrucción de los recursos naturales y la contaminación generalizada, evidencia que las consideraciones climáticas han sido dejadas de lado en favor de los objetivos militares.

¿Otra razón añadida para exigir con mayor fuerza que se detenga el genocidio en Palestina?

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