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En defensa de las obras realizadas en la ermita de la Bienvenida

17 de Enero del 2011 - Dolores Cifuentes Alonso (Siero)

El sábado 19 de diciembre se publicó en esta sección de LA NUEVA ESPAÑA un artículo firmado por Benigno Martínez Fuego, vecino de Marcenado, titulado: «Patrimonio sierense que recupera el esplendor de antaño», en el que mostraba su desacuerdo y malestar con las obras realizadas en la ermita de la Bienvenida, perteneciente a la parroquia de Vega de Poja, en Siero.

Deducimos por su escrito, donde se hacía referencia a un proyecto del año 1997 no llevado a cabo, que su discrepancia con las obras realizadas bien puede ser el fruto de la frustración por no haber podido ejecutar el referenciado proyecto; pero no entendemos los insultos ni las descalificaciones a las personas que participaron en las obras de restauración que se llevaron a cabo.

Gracias a la buena gestión realizada por Eduardo Rodríguez Moro, nuestro tesorero, a quien califica de cínico, fue posible la coordinación de las obras ejecutadas de manera impecable y, sin duda, gracias a sus desvelos y tesón se llevaron a cabo y concluyeron tras haber permanecido durante años hundido el tejado del edificio, motivo por el que debería alegrarse y no entrar en ataques personales. Tiempo tuvo el señor Martínez, durante más de doce años, de promover personalmente las obras que ahora critica.

Asimismo, sus ataques se dirigen a la Consejería de Cultura del Principado, que financió la obra, al Ayuntamiento de Siero y al Arzobispado, pero en su opaco escrito –lleno de imprecisiones– no aclara cómo pensaba financiar el proyecto al que se refiere, e igualmente descalifica de «profesionales no especializados» a los dos arquitectos nombrados por el Servicio de Patrimonio, encargados respectivamente del seguimiento y supervisión final de las obras, por quienes mostramos nuestra mayor consideración y agradecimiento, dado su reconocido prestigio y larga experiencia en este campo. Sin embargo, desconocemos el grado de formación técnica y académica en esta materia del señor Martínez, y su capacidad de valoración más allá de una simple impresión personal, condicionada quizá por su falta de protagonismo en las obras realizadas, pues no alcanzamos a encontrar otros motivos.

Califica nuestra Asociación de «anacrónica», y a sus gestores como «sobrados de protagonismo y faltos de conocimiento», calificativos que pensamos debería aplicárselos a sí mimo, pues comprobamos que no tiene idea de la existencia de la convocatoria anual de subvenciones destinadas a la restauración de bienes históricos, cuya tramitación y supervisión hemos seguido escrupulosamente de acuerdo con las pautas marcadas por la Consejería, así como la justificación de los gastos y materiales mediante las facturas entregadas en su día al Servicio de Patrimonio, que estamos dispuestos a mostrarle en el momento en que usted crea conveniente. No creemos oportuno detallar aquí los pormenores de las obras para demostrar que la cantidad empleada es ínfima de acuerdo al proyecto realizado, de sobra lo conoce usted; pero contamos con un dossier fotográfico en el que se puede ver el seguimiento de las mismas, que igualmente ponemos a su disposición. De todas formas, permítame recordarle que si piensa que existe alguna actuación fraudulenta en este proceso, debería denunciarlo ante los tribunales.

Al margen de los dislates que usted añade en la traca final de su escrito, en el que comprobamos que desconoce la existencia de la ley de Patrimonio –donde se establecen diferentes niveles de protección para este tipo de edificaciones y condiciona sus actuaciones a la previa revisión de los proyectos por parte de los técnicos del Servicio de Patrimonio–, igualmente no deja de sorprendernos la demagógica interpretación y lecciones que nos da sobre el dinero público, como si la administración lo despilfarrara alegremente, sin el menor control.

Pero lo que no me gustaría dejar de lado es la falta de consideración e insultos vertidos sobre los vecinos que participaron solidaria y desinteresadamente en las obras, a los que viene a calificar de aficionados y entre los que se encontraban, como usted bien sabe, reputados profesionales con toda una vida dedicada al mundo de la construcción (albañiles, pintores, carpinteros, etcétera), participando otros en las labores de acarreo, desescombro y limpieza del entorno, a quienes como mínimo señor Martínez debería guardar respeto.

Sentimos su malestar y confiamos en que para cualquier iniciativa en el campo de la gestión del dinero público, las instituciones del Estado cuenten con sus sabios consejos...

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