El silencio

14 de Junio del 2024 - Fernando Vijande Fernández (Castropol)

Hay un proverbio chino que dice: No hables si no puedes mejorar el silencio. Esta frase que también la pronunció Borges refleja una gran verdad, por lo tanto no voy a decir nada más, ya me callo.

Bueno, os dais cuenta de que era una broma, sí voy a decir, porque no soy yo quien esconda las palabras. No me voy a meter en temas políticos, ni en guerras con niños, mujeres y hombres muriendo, que también, y que son consecuencia de las políticas de las distintas potencias mundiales.

Lo que sí voy a manifestar es lo bien que estaríamos callados y si alguna vez, después de hablar, pudiéramos volver a meter las palabras en la boca ganaríamos mucho.

También es verdad que algunas personas hablan "pa dentro" y se les entiende poco. Otras personas no hablan porque no tienen nada que decir y otras se tiran del codo para poder hablar (hablan por los codos).

Hay quien habla con la mirada y cuando la traduces casi te matan y a veces te quieren sin mirar.

En el año 1586 el Papa Sixto V mandó colocar el Obelisco Vaticano en la plaza de San Pedro. Este Obelisco medía 25 metros y pesaba 327 Tm. El Obelisco estaba en el circo de Nerón y fue testigo del martirio de San Pedro (murió crucificado con la cabeza hacia abajo)

Ante el alboroto y el griterío que acompañaba a la erección del Obelisco, el Papa dictó una orden de excomunión para todo aquel que hablará. En un momento dado las cuerdas que sujetaban el Obelisco comenzaron a calentarse con la fricción y una voz desde la muchedumbre dijo:

"Agua a las cuerdas".

Los operarios le hicieron caso y el Obelisco se salvó de romperse en mil pedazos.

El Papa Sixto V no solo no ejecutó la orden de excomunión, sino que recompensó al autor de la palabra.

Otras veces, ante las desigualdades, no te queda más remedio que hablar. Es conocido aquel sucedido en el que tres bandidos, uno de ellos mudo, asaltaron un banco con sus pistolas y decidieron hacer el reparto del botín.

Uno de ellos le dijo al otro: Mira, 100.000 pesetas para ti, 100.000 pesetas para mí y cinco pesetas para el mudo.

El mudo al oír el reparto dijo él: Pero bueno, ¿cómo cinco pesetas para el mudo? Y uno de ellos le dijo: Pero, bueno. ¿Tú, no eras mudo? Sí, pero, cinco pesetas.

A veces, cuando estás enfadado con alguien, dices tú: "Me va a oír, voy a decirle dos palabras". Y cuando estás llegando recapacitas y dices: Hola y adiós.

Por eso cuántos conflictos se resolverían con la palabra, aunque si uno no quiere hablar no hay nada que hacer.

Yo, a veces, busco el silencio o el silencio me busca a mi y me gusta, me encanta, y me traslada a otra dimensión y me permite pensar y escuchar el pensamiento. En esta vida tan acelerada, en la que queremos todo para ayer, qué bien nos iría con un poco de calma, de paz, de sosiego, de silencio.

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