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Migración: instrumentalización globalista de un drama personal

14 de Junio del 2024 - Julio L. Bueno de las Heras (Oviedo)

La ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, D.ª Elma Saiz, ha defendido que "la presencia de inmigrantes en España es fundamental" y que, según diversos organismos internacionales como el FMI o la ONU, son "necesarios de 200.000 a 250.000 inmigrantes al año hasta 2050 para sostener el Estado de bienestar".

El recelo ante el discurso del que manda nos viene en los genes por estas latitudes, fluctuando entre la reacción del individualismo indómito e irreductible y las propias del modo rebaño sodomizable. Esta desconfianza con la clase política gobernante en cada momento se está viendo justificadamente incrementada en estos últimos años de cenagal institucional, en buena medida por la implantación impúdica y acelerada de una nueva religión que, aunque atea, es rica en dogmas, evangelios, epístolas, cultos, liturgias, índices, inquisiciones, excomuniones, autos de fe y hogueras. La corriente globalista que, con vocación invasiva, llevaba algunas décadas infiltrándose en Occidente, al margen de -pero gracias a- las propias tramoyas democráticas (sin que la mayoría de los ciudadanos la supiéramos identificar como trasfondo del habitual oleaje entre babor y estribor), se ha acelerado tras el elocuente experimento pestífero de oscuro origen que estamos sufriendo. Mientras tanto, los otros tres jinetes, también ahora monitorizados y teledirigidos, se preparan para acometer sus respectivas galopadas intimidatorias. Fenómenos como la enfermedad, el hambre, el clima, los desastres naturales, las guerras, las migraciones... tienen una nueva lectura y adquieren en estos tiempos distópicos un amenazador carácter instrumental en un ambicioso e inmisericorde plan de reseteo de cara al futuro y reescritura de la memoria del pasado.

En el caso de las migraciones (que pronto también verán edulcorada su denominación, aunque no su realidad), tanto los conspiranoicos de cuna como las ovejas estupradas en madurez por los mayorales pueden ir percibiendo que, inclusive los expatriados de buena fe -legales o ilegales-, tanto víctimas de hundimientos, agresiones y tiranías en sus propios mundos como de un muestrario de sociedades bienintencionadas y/o buenistas, mafias y organizaciones perversas del entorno, se pueden instrumentalizar en segunda instancia para desestructurar, empobrecer, despoblar y esterilizar más y por más tiempo a sus sociedades de origen, a la par que como servicial mano de obra subordinada a "garantizar" bienestares extraños, cuando no ajenos. O, lo que aún es mucho peor, a verse sumados, consciente, desesperada o involuntariamente, a esa otra fracción de inmigración enquistada, hostil u hostilizada, utilizable como herramienta desestabilizadora de una sociedad y una cultura a batir, debilitándolas, erosionándolas, crispándolas, transformándolas o demoliéndolas.

Si no lo ha hecho ya -amable lector, real o supuesto-, me permito sugerirle que haga unos sencillos cálculos algebraicos. A pesar de las manipulaciones de los desvergonzados profesionales de la prostitución estadística (de los que este sufrido e inane país tiene consolidada experiencia), hay cifras objetivas accesibles y asequibles para valorar la simplista e imprudente sugerencia (mandato) de una ONU ya más desprestigiada por acción y omisión que su fracasada predecesora. Sin ir más lejos, procesen los siguientes datos antes de lanzarse a hacer previsiones tan interesadas como gratuitas, aventuradas e irresponsables: para empezar, ¿qué, cuántos, cómo somos y cómo evolucionamos?, ¿qué tenemos, qué necesitamos y a qué aspiramos?, ¿qué ofrecemos y a qué estamos dispuestos a renunciar?, ¿quiénes y cuántos son nuestros emigrantes -y adónde y a qué van-, y quiénes y cuántos son -o son y deberían ser- nuestros inmigrantes, y de dónde vienen o debieran venir?

Tanto si ya lo tenemos claro como si necesitamos recurrir a las Escrituras y demás bibliografía, e inclusive a Google, resumámoslo en un folio, con texto en buena letra o esquemas a colores, o en una página Excel, y enviémoselo, con nuestros mejores deseos, a doña Elma, a don Antonio y a doña Kristalina, con copia a doña Ursula y a los Srs. Bergoglio, Sánchez y Feijóo, entre otros necesitados de recta y eficaz inspiración de inteligencia sobrenatural, natural o artificial.

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