Nada fraterno

17 de Junio del 2024 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

El grito de la Revolución Francesa expresaba conceptos que se podría decir que son mitos. El liberalismo que tiene como bandera la libertad se enfrenta al colectivismo que tiene como bandera la igualdad: toda una desgracia para la fraternidad. La libertad nunca es totalmente real: nuestro cuerpo lleva acoplados los grilletes del ADN, lo que permite a la humanidad generar cuerpos desiguales. El engendrado ser: ese ser único porta la semilla de la que brota una psique que, con las primeras impregnaciones, va atándose a conductas posteriores aún antes de nacer. Llegarán luego lazos familiares y educaciones que irán haciendo crecer como una planta a su espíritu. La libertad será entonces aceptar quienes somos, porque de lo contrario seríamos esclavizados por la rebeldía de la no aceptación. De cualquier forma, siempre decidiremos (rebeldes o no) la evolución del cuerpo y del espíritu. Ellos tendrán siempre cierto desapego: ¿quién es el que posee mi cuerpo? Y tras la muerte ineludible del cuerpo, el fruto del espíritu trasciende al universo y al misterio. No somos iguales ni de cuerpo ni de alma, pero deberíamos serlo para alcanzar la libertad de elegir por nuestra propia voluntad la evolución de nuestro ser y existir. Sin embargo, las desigualdades y las necesidades nos someten a contrataciones en las que ya no podemos elegir cómo realizar una vida propia, a no ser que las contrataciones sean para una actividad deseada: cercana a la capacidad y alejada de la necesidad; permitiéndonos ser y existir.

Los conservadores liberales quieren libertad porque se consideran los más capacitados para decidir cómo aumentar su propiedad y distribuirla. Por eso creen tener derecho a que los demás se esfuercen en serles útiles trabajando para ellos: incluso si no es según sus deseos. Lo que lleva al gran dilema: o ser y existir según el espíritu del contrato, o ser y existir según una vida realizada acorde al cuerpo y al alma. Por otro lado, los colectivistas comunistas quieren igualdad para acabar tanto con la propiedad como con la libertad individual, y ello por mor de la destrucción de privilegios individuales a los grandes. Porque la elección debe corresponder al Comité Central del Partido, ya que, supuestamente, son los más capacitados, para así lograr aumentar la propiedad colectiva del Estado. Por eso consideran que se debe aplastar el cuerpo y el espíritu individual, para ser solo un único cuerpo y espíritu colectivo, castigando toda individualidad.

¿Por qué nadie ha intentado un sistema fraterno? No me digan que el actual lo es, porque guerra, enfermedad, hambre y pobreza campan a sus anchas con el colectivismo intentando quitar la libertad a ciudadanos de países enteros, mientras que, desde la desigualdad de los dirigentes del partido, se somete a los ciudadanos a una igualdad clónica. Del liberalismo excuso decir su egoísmo aprovechado nada fraterno.

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