No me da la risa
Cuando Campsa dejó de existir, sus gasolineras tuvieron que cambiar logotipos y, a pesar de ser algo previsible, pocas empresas estaban preparadas para afrontar el reto de las licitaciones para cambiarles el logotipo a CLH.
Durante los ochenta del siglo pasado se peatonalizaron muchas calles por todas partes, descubrí que en muchas ciudades que visité empleaban el mismo tipo de adoquín y de la misma empresa.
Cuando de pronto se hizo campaña para limitar la velocidad por ser un peligro insoportable y se rebajó el límite de velocidad en todas las carreteras y autopistas, se utilizaron unas pegatinas para cambiar las señales. Prácticamente solo una empresa estaba preparada para afrontar la entrega de tales pegatinas. Unos meses después, entregadas las pegatinas y cambiadas las señales, se retomaron los antiguos límites de velocidad. Me entró la risa a carcajada limpia.
Nunca estuve a favor de los centros educativos concertados a pesar de la gran labor que han hecho y hacen, porque siempre estuve a favor de favorecer a la enseñanza pública y de que los padres pudieran elegir el centro que quisieran mediante un cheque educativo. No estoy en contra de los centros sanitarios concertados cuando son instituciones como Cruz Roja o fundaciones como la Fundación Hospital de Jove o similares; pero eso sí, la sanidad pública no debió trocearse ni transferirse a las autonomías y el personal de los centros sanitarios concertados debería estar equiparado salarialmente al personal de los centros sanitarios públicos (quizá mediante un incentivo personal directo por parte de la Administración, la cual pasaría a ser parte interesada e integrante en la contratación).
Desde lo público existe la tendencia alcista a la externalización de servicios, dejando a lo público sin funcionarios. Es el caso de los centros de empleo y formación desde hace décadas con profesores expertos que tras ganar un juicio fueron contratados como “docentes no docentes fijos discontinuos”. Hay contratos administrativos que dan la risa a la UE.
En su momento la Semana Negra se hizo sociedad anónima y no se podía demostrar quiénes eran accionistas o su único accionista, mientras a los feriantes no se les ofrecía otra alternativa de suelo público en ese momento o quizá no les interesaba.
Las acciones de Fresenius a la baja tienen demanda, pero que la Administración de Asturias no se ocupe del aumento de las enormes listas de espera contratando funcionarios me preocupa. Es tan serio que no me da la risa.
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