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Apuntarse al gimnasio

17 de Enero del 2011 - José Antonio Martínez Chamorro

Uno de los propósitos estrella que con la entrada del nuevo año se plantean algunas personas es el de apuntarse a un gimnasio. Y aunque cada vez son más los ciudadanos que practican deporte por su cuenta en lugares abiertos públicos y al margen de cualquier institución o club deportivo (como refleja la última encuesta sobre hábitos deportivos en España en 2010 realizada por el CIS), todavía existe un sector importante de la población que acude a los gimnasios en busca de prácticas milagrosas para perder peso y realzar su figura, por recomendación médica o por el simple hecho de mejorar su forma física.

Los gimnasios y otros centros deportivos de similares características se han convertido en las nuevas catedrales del culto al cuerpo. Su doctrina no permite discrepar sobre la calidad de los servicios que prestan, ya que se les presupone una serie de efectos beneficiosos sobre la mejora de la salud y el bienestar de las personas fuera de toda duda y crítica. Cuando la realidad es que estos lugares prácticamente no han evolucionado y continúan repitiendo los mismos tópicos y falsas creencias del pasado.

Al tomar la decisión de inscribirnos en un gimnasio, generalmente al inicio del nuevo año o con la llegada del verano, solemos manejar criterios como la cercanía a nuestro domicilio, el horario o el número de máquinas de última generación que disponen. Pero en lo que no solemos pensar es en la formación y titulación académica de las personas que desempeñan su actividad laboral en estos establecimientos. Y éste debería ser el criterio principal que los usuarios tendrían que considerar a la hora de apuntarse a un gimnasio, ya que en definitiva lo que está en juego no es otra cosa que la salud y la seguridad de las personas que asisten a estos «nuevos templos de la salud».

Para garantizar esa salud y seguridad y, por consiguiente, minimizar el riesgo que muchas de esas «prácticas de moda» conllevan, es imprescindible que estos gimnasios dispongan de personal debidamente cualificado. Según el Incual, el 69% de las personas que ejercen su actividad profesional en el ámbito de la actividad física y el deporte sólo cuenta con estudios de Secundaria y sin cualificación deportiva específica. Las únicas titulaciones que están reconocidas oficialmente con validez académica por los organismos e instituciones educativas son los estudios de Formación Profesional incluidos en la familia de Actividades Físicas y Deportivas, los técnicos deportivos regulados en las enseñanzas de régimen especial, los diplomados en Magisterio con la especialidad en Educación Física y, por último, los licenciados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte titulados por los diferentes INEF y facultades del país.

Apuntarse a un gimnasio implica una responsabilidad que hay que calibrar convenientemente. Es una decisión que va más allá de simples cuestiones de marketing o maquillaje exterior. En primer lugar, supone tener claro qué objetivos y finalidades pretendemos conseguir cuando nos matriculamos en estos locales. Sus clientes deberían exigir un reconocimiento médico con pruebas de esfuerzo apropiadas; la realización de pruebas y cuestionarios que valoren el estado inicial de su condición física, y a partir de ahí iniciar un programa ajustado a sus posibilidades; un trabajo basado en el desarrollo de las capacidades físicas orientadas hacia la salud; una utilización adecuada de las variables básicas que todo programa debe reunir, cómo es el tipo de actividad física y los ejercicios más convenientes para cada persona, la frecuencia y alternancia en la práctica, la intensidad y el ritmo de trabajo y la duración de cada sesión; una realización correcta y segura de los ejercicios y de las posibles contraindicaciones que algunas prácticas conllevan, etcétera. En definitiva, se trata de realizar una planificación y prescripción del trabajo físico ajustado a las necesidades e intereses de los usuarios de estos establecimientos, con una progresión adecuada y una evaluación de los resultados obtenidos. Asesoramiento, seguimiento y control personalizado de la actividad física con una clara orientación hacia la salud y la prevención de ciertas enfermedades, y no hacia otro tipo de prácticas de dudosa naturaleza y eficacia discutibles.

Hoy en día, cualquier persona puede abrir un centro deportivo y dirigir sus actividades, independientemente de si está capacitada o no para ello, debido a una falta generalizada de regulación y ordenación de las profesiones del deporte. Este hecho provoca descontrol, desprotección e inseguridad en los usuarios de los servicios deportivos, a quienes les resulta muy difícil juzgar la calidad de las prestaciones que reciben.

José Antonio Martínez Chamorro, decano del Colegio Oficial de Licenciados en Educación Física y en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de Asturias.

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