La Nueva España » Cartas de los lectores » Nos hemos vuelto maorís

Nos hemos vuelto maorís

29 de Junio del 2024 - Javier Cortiñas González (Villaviciosa)

Aunque el tatuaje, palabra de origen polinesio -dibujo grabado en la piel humana, introduciendo materias colorantes bajo la epidermis, mediante pinchazos-, ha existido desde la más remota antigüedad en Egipto, Grecia, Roma, Japón, México, Perú, etc., es en otras culturas como la Maorí de Nueva Zelanda donde más ha proliferado. Se iniciaba ya en la infancia, ampliándose sus dibujos a medida que se iba creciendo hasta cubrir prácticamente toda la superficie del cuerpo. Con ello pretendían asustar a los contrincantes en las luchas contra tribus rivales; efecto que se completaba con el añadido de muecas y gritos intimidatorios antes de liarse a garrotazos. Precisamente los maorís han sido los que más han influido modernamente a su divulgación, pues con la llegada de los veleros a aquellas tierras durante el siglo XIX, muchos marineros se hacían tatuar, llevando esta costumbre a los puertos de EE UU y UK. Pero es sobre todo a partir de los años sesenta del siglo pasado, cuando se populariza entre artistas y deportistas, hasta llegar a la actualidad, donde está prácticamente presente en todas partes.

Ahora con la llegada del verano, la consiguiente presencia del personal en las playas y el máximo despliegue anual de pieles expuestas al aire y al sol, observo también cómo se ha ido extendiendo entre nosotros esta moda, a la que se apuntan ambos sexos que no géneros, porque me niego a que me encasillen en el mismo grupo de las telas como si fuésemos popelines, franelas u organdís. Tatuajes que se hacen en cualquier superficie del cuerpo, en brazos, espalda, piernas, muslos y jamones, aunque no todo sea pata negra, estéticamente hablando, claro. Más frecuente en los jóvenes, a los que les favorecen más que, a la gente talludita de perfiles tonelados y carnes fofas. Los motivos por los que se tatúa la gente, según los expertos sociológicos, porque de todo hay en la viña del Señor, van desde expresar sentimientos, reforzar la personalidad, el sentido de pertenencia a un grupo, practicar determinados estilos de vida o por simple estética.

Los hay de una gran variedad de estilos, siendo los más habituales: el realista con imágenes que parecen fotografías. El de trazado tradicional caracterizado por líneas gruesas, colores brillantes y motivos clásicos como flores, animales, anclas o dibujos tan intrincados como alfombras persas. El negro, que solo utiliza tinta negra y diseños intrincados o el que utiliza líneas finas y delicadas para crear diseños elegantes. También en menor proporción los que usan como patrones letras, palabras o números y los que se inspiran en los dibujos japoneses manga, que dan una gran importancia al color y al detalle de la vestimenta. Sin olvidar el microtatuaje de tamaño reducido y finos detalles. Discretos y elegantes grabados en áreas del cuerpo donde son menos llamativos, como detrás de las orejas, muñecas, tobillos y dedos con motivos simples: estrellas, flores, signos de puntuación, objetos como imperdibles, determinados pájaros, insectos, signos del zodiaco o jeroglíficos egipcios como el ojo de Horus. Muy alejados, de aquellos toscos de líneas borrosas que, recuerdo a ver visto en mi infancia, en los brazos de los mozos que regresaban a casa una vez terminado el servicio militar, donde figuraban el emblema del arma donde habían estado prestando el servicio, una cruz o un corazón acompañado de las siglas del nombre de alguna amada.

Para su elaboración se utiliza un instrumento que funciona de manera similar a una máquina de coser con agujas que perforan la piel, insertando en cada perforación una pequeña gota de tinta, causando algo de sangrado y dolor. El proceso, al romper la piel no está exento de presentar infecciones, reacciones alérgicas debido a las tintas, o contagios si los equipos utilizados no están correctamente esterilizados. Por lo que debe hacerse en centros acreditados por grabadores profesionales.

Volviendo al asunto de los diseños, de variedad casi infinita, en uno de mis paseos playeros, tuve una experiencia que diría casi improbable de que ocurra, pero el mundo es como es. El caso fue que me sorprendió ver tatuada en la espalda de alguien que paseaba delante de mí, la ecuación de ondas de Shrödinger* con todo y Hamiltoniano; la misma que estudié en el segundo curso de Universidad, la contemplaba ahora en una pizarra andante. Intrigado no pude resistir la tentación de preguntarle al portador, si conocía el significado de su tatuaje o si era un científico al que acaban de dar el premio Nobel. Me respondió muy serio que era de profesión carnicero originario de Zamora y que lo había elegido expresamente porque en los ratos libres la mecánica cuántica le distraía mucho de su monótono y poco interesante trabajo, desde que la descubrió en un libro de los que se dejan en cualquier parte para que la gente los lea. Al parecer, se lo encontró un día junto a las chuletas de su puesto en uno de los mercados de Madrid, del que no recuerdo el nombre. Me confesó, que lo más sorprendente e incomprensible para él era que, si pudiésemos ver la materia a escala más que subatómica, no encontraríamos nada. Y, que, por eso, a veces le asaltaban las dudas de estar estafando a sus clientes, porque cuando despachaba un hermoso solomillo, a pesar de tenerlo en sus manos, se imaginaba que estaba vendido nada por unos cuantos euros. A lo que le respondí, para intentar tranquilizarle, que esas dudas eran muy improbables en un carnicero catalán y que la realidad es muy complicada cuando se la mira desde muy muy cerca. Así nos despedimos el uno tan campante y el otro desconcertado.

* H = E

Cartas

Número de cartas: 45534

Número de cartas en Junio: 161

Tribunas

Número de tribunas: 2066

Número de tribunas en Junio: 9

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador