De mortal a amortal
La vida comenzó siendo amortal en el Paraíso, pero para evolucionar eran precisos cambios sistemáticamente y no accidentalmente; así que la vida creó el intercambio genético o sexualidad y con ella la muerte. Este sistema se mostró superior a la clonación amortal. La eficacia sexual evolutiva en un mundo limitado debe contar con la muerte como forma para dejar sitio al futuro. La pulsión de permanencia genética en el tiempo trajo la lucha entre clases sociales, naciones y civilizaciones, pero ahora la lucha es por el poder económico. Poder que tiene fe en comprar el tiempo y controlar clases sociales, naciones y civilizaciones: cree que con el triunfo económico se gana tiempo a la muerte para evolucionar a su sen. Ya no es la herencia genética, sino la pulsión de heredar el poder sobre las clases sociales, naciones y civilizaciones.
No hace tanto tiempo, tirios y troyanos consideraban a nuestra sanidad pública una de las mejores del mundo. Entonces la sanidad privada solo competía con la pública en la comodidad de las salas de espera. Ahora la diferencia es la espera de meses para que te pueda ver un especialista y de días para que lo haga el médico de familia. Estamos entrando en una nueva era sanitaria que pierde fe en el juramento hipocrático y la gana en el dinero. No solo porque con grandiosas inversiones se logran robots más IA que pueden provocar grandes cambios sanitarios, sino por el cambio de expectativas que se avecina al pasar de una salud mortal a la amortal: una sanidad selectiva que no alcanzará para todos. Hay círculos avanzados que creen poder lograr la amortalidad: o bien por costoso tratamiento genético del propio cuerpo o por la transferencia de la conciencia, alma o espíritu, a un cuerpo clonado y mejorado genéticamente como muestra de poder. Se generaría una gran división social entre los amortales criadores y los mortales criados para servicio de la evolución genética natural. Este sería un absurdo error estúpido, que sumiría en la plena decadencia a la humanidad.
Por eso no es sorprendente que el grupo Quirón (propiedad del grupo alemán Fresenius) oferte una nueva era sanitaria construyendo un nuevo hospital en Gijón. Tal estímulo empresarial se ha premiado con el “Álvarez Margaride”: recibiendo el premio dirigentes del grupo que estaban rodeados de tirios y troyanos. El objetivo no es otro que el de premiar la nueva expectativa sanitaria condicionada al elitista principio de: “elitist mens sana in elitist corpore sano” y espero que ninguna información privilegiada llegue a perjudicar a la sanidad pública, pues esta debe avanzar a una nueva era con la hipocrática fe puesta en la fraterna equidad cristiana, según el principio: “sociali mens sana in sociali corpore sano”.
¿De qué sirve ganar la amortalidad si perdida la paz social te pueden matar?
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