Fiel, fiel, fiel
Recordatorio de recordatorios: «Conócete a ti mismo».
Oráculo de Delfos
Este pasado sábado las campanadas horarias de nuestro reloj de pared han dejado definitivamente de acompañarnos en casa. El latir de ese ser que nos acompañó fielmente y con enorme cariño durante toda su vida se fue a su estrella. Este escribidor acercó repetidamente durante la mañana, al mediodía y la noche la escalerilla de mano a la pared del pasillo donde él habitaba. Subimos unos peldaños y una vez tras otra le hicimos «el boca a boca». Mas permaneció inerte; bueno, inerte no: unas lágrimas salían de su alma. Y de la nuestra también...
Amables lectores, exactamente no sabemos a ciencia cierta qué edad tenía nuestro tan, tan, tan cariñoso a más no poder, y fiel, fiel, fiel... Sí sabemos que había sido de nuestros abuelos maternos ya desde que éstos, jóvenes, jóvenes, se casaron...
Despedida y cierre.
Érase una vez.
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