El amigo chino

17 de Enero del 2011 - Juan José del Campo Gorostidi (Gijón)

Hace unos días nos informaban de la llegada a España del amigo chino, dispuesto a comprar deuda y a comprometer apoyo, tanto en tiempos de bonanza como en la adversidad. ¿Cuáles pueden ser las motivaciones del Gobierno chino para formular tal declaración? Naturalmente, ninguna de carácter filantrópico.

Dos nuevas crisis de deuda soberana en Europa, Portugal y España, tendrían graves consecuencias para el euro, afectando al sistema financiero en su conjunto y a la economía real. La confianza en la recuperación se volvería a resentir y el fantasma de una crisis sistémica en Europa cobraría más fuerza. A China no le interesa este escenario. El porcentaje de sus reservas en euros ha crecido en los últimos años y su economía doméstica se enfrenta a un serio problema de inflación, consecuencia de los programas de estímulo al consumo interno que se pusieron en marcha para paliar la caída de sus exportaciones por la crisis económica global.

Para complicar más el panorama, las especulaciones acerca de una inminente recuperación de la economía norteamericana y el dinamismo de los países emergentes han disparado el precio de las materias primas. Metales sobrevalorados en más de un 20%. Petróleo más caro. Cereales que doblan su precio en seis meses. Financiación escasa. La tormenta especulativa perfecta que produce inflación por doquier y nos sitúa ante nuevos e inminentes sacrificios.

Sorprende que en este contexto de alzas generalizadas de precios, el coste de los fletes transoceánicos siga una tendencia inversa. El Dry Baltic Index lleva cayendo por seis semanas consecutivas, indicando que los movimientos de graneles en el mundo se han frenado. En mi opinión, hay que prever y desear un cambio de tendencia.

China lo está propiciando. Por una parte, tomando la decisión de enfriar su economía, provocando el final de la carrera especulativa de las materias primas. De otra parte, propiciando que los excedentes de sus empresas en el exterior no sean repatriados. Esta medida persigue tres objetivos: provocar la desaceleración del consumo interno, recuperar sus exportaciones -motor sólido de la economía china hasta la crisis- sosteniendo a las economías europeas más débiles e invertir en sectores estratégicos a medio plazo.

Nos queda crisis para rato, ello a pesar del apoyo coyuntural e interesado del amigo chino, porque mientras en la economía globalizada ellos sigan creciendo en cifras próximas al 10% y las economías más débiles de Europa estemos en tasas próximas al 0%, la globalización no funcionará. Sólo le irá bien a la poderosa máquina tecnológica e industrial alemana. Algún día aprenderemos la lección, espero.

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