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No caigamos en la trampa de cargar contra el funcionario

17 de Enero del 2011 - Francisco Domínguez Menéndez (Avilés)

Ya Francisco Franco, hombre al que no le reconozco ninguna inteligencia como gobernante aunque sí mucha mezquindad como dictador, basó su política de supervivencia partiendo por la mitad a España en dos sociedades antagónicas, una de ellas, simplemente democrática. Otra de las estrategias de división social de la dictadura franquista tiene que ver con la creación de castas obreras: las pertenecientes a las empresas del INI, con sus privilegios, y las otras, puramente privadas, con sus obligaciones. El divide y vencerás fue la estrategia básica de los gobiernos en esta época negra de la más reciente historia de España. A día de hoy todavía la casta política en el poder sigue haciendo uso de esta estrategia y la del miedo, que también les da buenos réditos. No podía ser de otra forma, somos hijos de la dictadura y tendemos a reproducir aquello que nos enseñaron.

No hay nada más fácil para un gobernante español que rellenar las arcas del despilfarro con parte del salario del funcionariado. Tiene asegurado el éxito. Una parte importante de la población va a aplaudir la medida y otra simplemente otorgará. El funcionario, en general, aunque después se diga que todos no somos iguales, tenemos el cuño de parásitos sociales. Gentes a quienes nos regalaron el puesto de trabajo. Individuos privilegiados que tenemos asegurado el puesto de trabajo. Personas nada disciplinadas, diligentes y atentas en nuestro puesto de trabajo. Sujetos que cobramos del erario público sin ninguna productividad en nuestro puesto de trabajo. Total, que se puede prescindir de nosotros, porque la maquinaria estatal seguiría funcionando, incluso mejor, en manos privadas, donde los procesos de selección de personal son mucho más garantistas que las actuales oposiciones a funcionarios del Estado. Lo malo es que entonces todos los servicios públicos habría que pagarlos a entidades creadas para obtener beneficios. Nunca sabremos, al menos nuestra generación no lo sabrá, quién daría mejores servicios al ciudadano, si las instituciones públicas actuales con este funcionariado tan denostado o las empresas privadas creadas para obtener beneficios.

Al funcionariado se le puede bajar aún más el salario, porque siempre habrá ciudadanos que en su cortedad aplaudirán la idea, y así, mientras nos peleamos unos con otros, no se analizan las causas reales que condujeron este país a la situación económica en que se encuentra.

Mire usted, don José Manuel Villanueva Fernández, de Siero, a quien no tengo el gusto de conocer personalmente, soy profesor, y, desde este pasado año, debido al recorte salarial, trabajo gratuitamente para la Consejería de Educación uno de cada doce meses, incluso algo más. Pues bien, si el dinero que me quitan por la fuerza de la autoridad competente fuera destinado a la creación de puestos de trabajo, no solamente lo daría por bien empleado –soy padre de dos hijos que trabajan en la empresa privada–, sino que estaría dispuesto a hacer un esfuerzo mayor. Lo malo, José Manuel, es que una parte del salario que me corresponde va destinado a tapar la incompetencia de una clase política que no se atreve a tomar medidas en contra de los causantes reales de esta crisis y, además, no adoptan ninguna prevención para evitar que esto se reproduzca en un futuro. No caigamos en la trampa de cargar contra el funcionariado, porque les estamos dando la razón a aquellos políticos que creen manejar a su antojo a una ciudadanía o a sociedad estúpida y descerebrada.

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