¿Es natural el odio en quienes saben amar?
Muy probablemente dependerá de lo que cada uno entiende por amor y odio. Lo del amor nos puede parecer sencillo, amar a las personas, a los animales, a las cosas, y a uno mismo. Pero, ¿nos despiertan amor las malas personas, las serpientes, las ratas, o los mosquitos, el perro ladrador del vecino, la fruta podrida, o las cosas terribles que están sucediendo? Seguramente no, o... posiblemente, depende. Según el diccionario, el amor es un sentimiento de afecto, cariño y solidaridad que una persona siente hacia otra, y el odio es un sentimiento de antipatía, aversión y rechazo. Así, el amor y el odio son consecuentes con el ser humano.
La cuestión es saber si nuestros sentimientos son naturales y racionales o estamos permitiendo que nos engañen y traicionen. Si nuestro hijo o nieto no desarrolla odio por la violencia o la droga -ya hemos visto que eso puede llegar a amarse más que a las personas que te dieron la vida, y... viceversa-, ¿debemos intentar motivar un sentimiento de aversión en él?, si no lo intentamos, ¿dónde está nuestro amor? Ayer no pude por menos que pararme ante una joven madre que llevaba un carrito con un bebé y un niño como de año y medio, andando sujeto al carrito. Ella estaba fumando de modo tan despreocupado que echaba el humo a los niños, además de a los viandantes. Creo que ya todo el mundo debería saber que el veneno del humo del tabaco puede enfermar con un cáncer al fumador pasivo, y recortar el desarrollo de un niño.
Bien, en este caso, la madre se ama a sí misma, o se da al placer de la droga porque ama ese placer más que a sus hijos. Pues esa actitud, desde mi anticuado concepto, es odiosa. Aunque no tenga un sentimiento de odio hacia la persona, sí lo tengo hacia un mundo que trata al ser humano como mercancía sin ningún escrúpulo. Creo que sin ese odio nunca mejoraremos. Menos mal que: "Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar" (2 Pedro 3:13).
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