Justicia
Buenas tardes a todos. Utilizo este medio como remedio para mi frustración. Como no me queda recurso, o remedio, contra una sentencia de apelación, suelto mis congojas y lamentos en este foro. Hace unos meses que me encargué de un asunto normal y curioso a la vez. Normal porque era un monitorio consistente en una petición de cantidad de un arquitecto contra su cliente. Curioso porque el cliente era un neerlandés, quien con su esposa e hijo se establecieron en Asturias durante en el año 2023 para montar una granja ecológica. Desde Países Bajos se comunicaron con una agencia que les ofreció una finca para levantar su vivienda y establecer su negocio. Dicha finca era rústica y el Principado solo permitía edificar a los considerados legalmente ganaderos, cuestión que la agencia no les advirtió. Pero eso es otra historia. El caso es que mi cliente y el arquitecto no pasaron a mayores, remitiéndole el arquitecto unos dibujos y planos para su aprobación sobre la vivienda. Lo dejaron y el profesional reclamó sus honorarios a través de su Colegio. Allí surgió la cuestión de la condición de consumidor del reclamado que no se tuvo en cuenta (solo trataron sobre la vivienda) y se le condenó a abonar lo reclamado, sin considerar a mi cliente consumidor y sin tener en cuenta el nulo trabajo realizado, la falta de contrato o los posibles abusos en la contratación verbal. Se recurrió y se confirmó la sentencia. Con costas. No hay recurso, excepto la nulidad de actuaciones ante el mismo juzgador y el posible recurso de amparo (se deniega el 90% por falta de «trascendencia constitucional»). Dicho esto para ubicar mi reflexión: la sentencia de instancia es mala, pero subsanable en apelación. La sentencia de apelación es patética. Es una sentencia, como decía mi tío el inspector de policía hablando de denuncias estrambóticas hechas por la policía, «para hacer palotes» y cubrir el expediente. Espero, de verdad, que su autor no tenga jamás que emigrar a los Países Bajos y hacerse granjero. Como le traten igual, le entrarán ganas de abonar diez hectáreas de prado con sus pensamientos.
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