La Torre de Babel
Dice la religión que la Torre de Babel fue un desafío de los humanos a Dios por querer construir una torre tan alta que llegara al cielo y Este los castigó haciendo que hablaran mil lenguas diferentes para que no pudieran entenderse.
El domingo hubo elecciones en Francia y en esta segunda vuelta en la que todos daban por hecho (ellos los primeros) que ganaría la extrema derecha, el electorado dio un vuelco y terminó ganando la izquierda en esas elecciones. ¿Ganando?
Bueno, tras unos días escuchando y leyendo todo tipo de opiniones e informaciones, creo que es momento de aclarar ciertas cosas.
En primer lugar, aclarar, qué es [hoy] la izquierda en Francia, ni más ni menos que un grupo inconexo de partidos que tienen poco o nada en común y más diferencias que convergencias. Desde luego será muy difícil que puedan llegar a un acuerdo de gobernabilidad en un plazo de tiempo corto como para dar respuestas a los problemas que tiene el país.
Ganar unas elecciones y gobernar son dos cosas completamente diferentes y poner de acuerdo a Mélenchon y a Hollande será una tarea para algo más que políticos con ego, que pretenden que sus ideas estén por encima de las del rival y no a la altura de las circunstancias históricas que les ha tocado vivir.
No estoy de acuerdo cuando se dice que la izquierda ha ganado las elecciones; si miramos más atentamente los resultados, vemos que no hay tanta diferencia en escaños entre el primero y el tercero; por tanto, será una legislatura de consensos entre el partido de Macron y el conjunto de la izquierda, sin olvidar a una derecha que puede en un momento dado sentirse seducida por los ultras y votar alguna de sus iniciativas.
Es momento de dejar de hacer política de grandes fotografías y fajarse en los problemas cotidianos de esos ciudadanos que el domingo los llevaron a la victoria sin más argumento de un ¡que viene la extrema derecha!
Ya es momento de gobernar por y para ellos, sin olvidar que pertenecemos a un mercado supranacional que envuelve a toda Europa y que ya quedan pocas o muy pocas políticas nacionales, pero esas que quedan deben estar encaminadas al bienestar de las personas.
La extrema derecha francesa ya ha ganado estas elecciones, aunque no podrá gobernar. Ya ha conseguido dividir a la izquierda y convertirla en una escandalera que cometerá errores, en los cuales pescará esa derecha que apelará a esos mismos errores para sacar una tajada aún más amplia en próximas convocatorias.
Todos recordamos a Italia antes de Berlusconi, con un partido socialista, uno comunista, una democracia cristiana. Una democracia que, como todas, tenía problemas, pero se mantenía dentro del arco democrático de Europa. Hoy no existe el partido socialista italiano ni el comunista y gobierna la extrema derecha en Italia.
En esta Torre de Babel en la que Francia se moverá, será bueno que mire a Italia para no cometer los mismos errores. Los políticos demócratas tienen que hablar la misma lengua y dar respuesta sin ambages a los problemas de una ciudadanía que se siente abandonada, y a la que solo se acude cuando esos políticos ven peligrar su "statu quo" con la amenaza de que será peor si ellos no están.
Los ciudadanos, cuando no tengan agua para beber beberán arena, y eso es la extrema derecha. Es momento de reflexión dejando a un lado la ideología y trabajar para que la sociedad no muera de sed.
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