"Topar"
Las palabras, en el Diccionario, como el arpa de Bécquer, están en un reposo anhelante, esperando que "una mano" les dé vida. Una vez en la calle, buscan cómo y dónde acomodarse. Ese acomodo tiene sus exigencias, que consisten en encontrar un ambiente que les dé un significado. Es lo que la Gramática llama "contexto". No es lo mismo "yo 'tengo' hambre" que "'tengo' de subir al árbol". El verbo "tener" figura en el Diccionario con veinticinco acepciones o compañeros de fatiga. Si queremos usarlo con un valor determinado, tenemos que desactivar veinticuatro y buscarle otras amistades.
LA NUEVA ESPAÑA del día 2 de este inestable mes de julio (lluvia a.m. y sol p.m. y viceversa) publicaba una información cuyo título era "El Gobierno 'topará' a partir de septiembre la financiación pública de los medios de comunicación". Seguramente quedaron en espera de su oportunidad el agresivo "arrancará" o el violento "pistoletazo de salida" y otros muchos.
Quien haya leído este pasaje con un poco de atención habrá sentido, como una reacción en primer lugar, un desapacible aturdimiento, después un desagradable cosquilleo en la retina y, por último, un ataque de cólera. ¡Imposible! ¿Qué hace el verbo "topar" combayando con "financiación", si no salen juntos, no se conocen, no tienen nada en común, léase "contexto"? Este verbo combayón desprende un tufillo que huele a un deseo de atribuir a Cervantes lo que no escribió: "topar" y "amigo Sancho".
Cuando el Caballero de la triste figura y su escudero Sancho llegaron a El Toboso en busca de los alcázares de la sin par Dulcinea, "media noche era por filo" y no se oían más que el ladrido de los perros, el rebuzno de algún jumento y... Después de pasear por las tranquilas y oscuras callejas de la aldea, se detuvieron ante un edificio de piedra almohadillada que tenía torre, de donde el enamorado caballero dedujo que estaban ante la iglesia. Fue entonces cuando pronunció el para muchos desconocido: "Con la iglesia hemos dado, Sancho". Así de claro. El hecho se hizo viral: no hay circunstancia en que no se prefiera el verbo de andar por casa "topar" a la forma verdadera. Hoy en todo domicilio existen uno o varios aparatos de TV que actúan como aspersores de la (mala) Lengua, que pronto se hizo amigo y cómplice del inadecuado verbo "topar".
No hay duda de que esta forma invadió las tertulias y llegó a los medios. Estos lo difundieron y hoy se encuentra por todas esquinas, y hay que reconocer que "topar" está a punto de ganar la batalla a "dar", si es que ya no se la ganó. Los efectos de la difusión los encontramos en algunos concursos: los participantes tienen que ir diciendo letras para completar las casillas de un panel para formar una frase. Cuando llaman a la sencilla y humilde "o" para que salga al ruedo, casi todos dicen "’o’ de Oviedo". Esta querencia se debe seguramente a que alguno de los participantes anteriores era carbayón y, en un alarde de "patria querida", consiguió que esa "o" actuase como representante del Principado. Esta noble vocal se pasea por Asturias todos los días, incluidos los domingos, desde el río Eo hasta Tina Mayor, límites con Galicia y Cantabria.
Quedamos en que don Quijote dijo "con la iglesia hemos dado, Sancho" y no el otro invento. El mejor remedio para salir de dudas es hacer un viaje virtual por las callejuelas de El Toboso, esperar la llegada del "ingenioso Hidalgo" y engrasar bien el oído para escuchar lo que de verdad dijo. Si no puede conseguirse esa virtualidad, lo mejor es leer la obra entera.
Como hay que decirlo todo, aunque sea al final, Cervantes no sentía alergia al verbo "topar". En el título del capítulo XV de la primera parte hay dos casos: "Donde se cuenta la desgraciada aventura que se 'topó' don Quijote en 'topar' con unos desalmados yangüeses".
Todos contentos. Pero dijo "con la iglesia hemos dado, Sancho".
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