Cuando el banquillo deviene pasarela
¿Se está tratando el asunto del círculo familiar del Presidente con el enfoque apropiado? Tengo serias dudas. Es innegable que se acumulan en ese restringido ámbito conductas merecedoras de reproche civil. Pero una cosa es el reproche civil y otra el juicio y condena por los tribunales. Una conducta poco ejemplar, incluso abiertamente chocante y hasta escandalosa, no es necesariamente delictiva. El derecho distingue falta, delito y crimen; confundir los términos es ignorar los grados.
La oposición no parece consciente de que en este asunto puede estar yendo a por lana para volver cruelmente trasquilada. Cuando los jueces concluyan que no hay más cera que la que arde, por sucia y fétida que sea la cera, el sanchismo no se privará de desatar una batahola devastadora para la credibilidad de la oposición. ¿No lo están haciendo ya con los ERE, un caso, en comparación, de proporciones inconmensurables?
¿A quién hay que atribuir la responsabilidad última o, si lo prefieren, la irresponsabilidad extrema de situar como cebo en el lago de los tiburones a una persona tan inexperta como ambiciosa? A los tiburones (Barrabés, Aldama, Pololikashvili, Hidalgo...) les faltó tiempo para montar con ella un trepidante festival de pelotazos y subvenciones. Esa persona, tan ambiciosa como inexperta, no habrá dudado un instante de que aquel febril ir y venir entre Madrid, San Petersburgo y Nueva York, en jets privados y hoteles exclusivos, se debía exclusivamente a que ella “se lo merecía” (de lo contrario, no estaría casada nada menos que con el presidente del Gobierno).
A estas alturas, el caso de Begoña Gómez debería inspirar más lástima que indignación. Porque no sería hoy un juguete roto si no la hubieran empujado interesadamente, con la complaciente complicidad del marido, a la hoguera de las vanidades. En cambio, le es directamente imputable el haber escogido de abogado a un tal Camacho, exministro que nadie recuerda qué (y no me molesto en buscarlo en la red porque a nadie le interesa). Con Camacho de letrado, a Begoña el banquillo se le está convirtiendo en la pasarela de Cibeles (Con Camachos de abogados no hacen falta Manos Limpias). Mujer, ¡si tiene al señor Conde-Pumpido, presidente en ejercicio del tribunal constituyente (no escribí “Constitucional”) suspirando por ponerse a su servicio! No espere, como Chaves, llegar a la jubilación para agradecérselo.
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