Borgen, o el arte de tapar viejas vergüenzas inventando nuevos síndromes
Yo, Patricia Blanco Estébanez, como delegada sindical de CSIF y como educadora social, escribo estas palabras para remover conciencias. Un día pasé por el Instituto de la Mujer y vi miedo en las caras de las mujeres que allí trabajaban, pero ninguna quiso hablar conmigo. Una de ellas me envió un wasap diciéndome: “¿Podemos hablar fuera?”. Ahí empezó todo. Muchas de ellas hablaron conmigo y me contaron lo que estaban viviendo. No puedo describir con palabras el dolor que me trasmitieron. Aunque a lo largo de mi carrera profesional como educadora podría decir que casi me he acostumbrado a gestionar situaciones de violencia, creo firmemente que la violencia psicológica mantenida en el tiempo es demoledora para el alma de las personas. Los relatos que presentamos juntas a Inspección de Trabajo mostraban la manera en que Nuria Varela iba destruyéndolas psicológicamente poco a poco, de una manera sutil, la mayoría de las veces, y así, año tras año, durante una legislatura completa que pareció toda una vida.
Nos topamos con la hipocresía de una sociedad que vitorea por todo lo alto, y se enorgullece de los avances en su lucha contra la violencia contra las mujeres y cuando pedimos auxilio porque esta se produce, solo unos pocos valientes se atreven a dar un paso al frente para ayudarnos. Quizá porque, en este caso, la que ejercía la violencia era una mujer, o quizá porque era la directora general de Igualdad, que enarbolaba esa lucha… no lo sabemos. Desde aquí quiero dar las gracias a LA NUEVA ESPAÑA y a “Nortes” por ser los únicos que nos dieron voz cuando más lo necesitábamos.
Hubo otros, los que se alinearon con el poder para sobrevivir, y otros más, los que miraron para otro lado porque a ellos no les afectaba directamente, no quiero pensar que no les importaba. A veces me pregunto qué les dice su voz interior.
Aún hoy, cuando Nuria Varela ya no es directora de Igualdad en Asturias, las heridas siguen abiertas en sus trabajadoras: cada vez que los medios de comunicación dan voz a Nuria Varela como defensora de las mujeres, la herida sangra; cada vez que un cargo político ensalza la figura de Nuria Varela, la herida sangra. Me sorprende que una persona capaz de hacer tanto daño a las mujeres que tenía a su cargo, pueda escribir libros sobre feminismo. Yo misma creo que, si no hubiera vivido todo esto, no me lo creería. Y eso es lo que pasa, que la mayoría de la gente no lo ha vivido, y por eso, pocos lo creerán. Y eso hace que la herida sangre más aún.
Empezó entonces todo un periplo de denuncias a todas las instancias a las que podíamos recurrir: Inspección General de Servicios, Inspección General de Trabajo, Servicio de Prevención de Riesgos Laborales, Defensor del Pueblo, llegando incluso a la Justicia y al Parlamento asturiano. A día de hoy continúan las investigaciones, el tema no está cerrado, muy a pesar de muchos, no me cabe duda. Dicen que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. Mientras tanto, pedimos a los que callan y a los que miran para otro lado que dejen de hacerlo.
¿Por qué lo llaman “síndrome Borgen” cuando podrían decir “síndrome Varela?
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