Poderes de la energía económica
«Es la economía, estúpido», le espetó Bill Clinton a George H. W. Bush (padre) en las elecciones de 1992, y las ganó.
Todo poder es la capacidad de provocar la variación de una energía en determinado periodo de tiempo. Hay poderes que varían la energía económica generando ganancias o pérdidas. Todos los poderes instituidos por y en la sociedad tienen como fin último hacer variar la energía económica por otros medios: si son inteligentes y transparentes, lo harán mediante ganancias; y si son malévolos y corruptos, generarán pérdidas a los que ellos consideran incautos o estúpidos.
Además de los tres poderes clásicos: legislativo, ejecutivo y judicial (cuyo fin último es hacer crecer el PIB de un país y el poder adquisitivo de los ciudadanos), se ha considerado cuarto poder al de los medios de comunicación como informantes que favorecen la actividad económica. Ya como quinto poder, suele denominarse a dos potencialidades: las redes sociales por su capacidad para saturar de información a cada persona según los datos que poseen de ella, para así manipularla usándola como cliente o votante; y, también, al propio Gobierno cuando manipula la economía para un provecho que no es general, o bien por motu proprio para sí o manipulado por poderes económicos para otros.
Existe un sexto poder que elevó a la humanidad a nuestra realidad actual. Ese sexto poder es el lenguaje que expresa lo imaginado. Mediante el lenguaje la verdad se expresa siendo falsable, mientras que la mentira se expresa sin dudar siendo inapelable. El lenguaje, además, en nuestra mente establece diálogos con nuestro pensamiento. Nada existe y es real si no se transcribe en símbolos como concepto. Sin embargo, hoy en día se abandona el lenguaje directo del cara a cara y del mano a mano mediante la palabra escrita en papel; porque se usa la imagen en una pantalla o el sonido en un altavoz, para recibir todo aquello que se almacena en la nube mediante lenguaje digital: lo que no se suba a la nube digitalmente, no existirá como palabra ni concepto, y se extinguirá. El lenguaje siempre ha tenido una gran relación formal con la lógica, y esta ha creado el lenguaje matemático de los algoritmos con los que se programa la informática que almacena datos y los recupera. Ahí se atisba el séptimo poder: el que pretende ser la mano que mece la cuna con la educación de las generaciones venideras, para poder dejarlas dócilmente esclavas con sus decisiones. Podéis considerarlo una suposición atrevida, pero mejor tenerla en cuenta, y no dejar que la cuna se meza con fallos informáticos globales, que se hacen crónicos y repetitivos por no percibirlos (la rana se pone en agua fría para cocerla).
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