A modo de Réquiem para Mateo Bullón
Querido amigo,
Hace hoy justamente un año, a tan sólo dos días de Santa Cecilia, que emprendiste ese viaje al que todos estamos llamados a recorrer. Por eso estas líneas hoy son el merecido ¡Homenaje! en tu primer aniversario.
Un año que ha pasado como un soplo pero repleto de sinsabores, de tristezas y sobre todo un año de muchos, muchos silencios. Por eso ¡quisiera decirte tantas cosas!
Amigo Mateo, quiero que sepas que una amistad verdadera, aunque en un momento dado se trunque por equívocos o simplezas, no desaparece, perdura siempre. Amigo, quisiera comentarte que ir al cementerio nunca fue de mi agrado, sin embargo en este año me acerqué con frecuencia movida precisamente por ese sentimiento de amistad que nos une. Me consolaba estar allí un rato cerca del incondicional amigo, me complacía recordar tus enseñanzas, tantas charlas, proyectos e ilusiones en común.
Hace poco, hablando con tu esposa, la invité a casa y me dijo: No, mejor otro día, aún es pronto. Comprendí perfectamente, le cuesta enfrentarse al recuerdo de aquellos buenos momentos y tantas vivencias compartidas en nuestra casa: Lo primero que se ve en nuestra entrada es una encina, la que con tanto mimo y esfuerzo nos trajiste desde Salamanca con tan sólo 17 centímetros, y nos dijiste: Son de crecimiento lento, no nos dará tiempo de reposar a su sombra. Te equivocaste, aquella encina está alta y fuerte brindándonos ya una sombra muy agradable por este clima nuestro. Como ese árbol mil recuerdos y detalles tuyos en cada rincón de la casa.
No podía pasar sin hablar de tu Coral, La Coral de Granda, seguimos en la lucha como siempre y con las mismas ganas que entonces. El próximo año cumpliremos treinta años de andadura, puedes estar orgulloso pues ello es fruto de lo que sembraste desde aquel año 79, y que nosotros agradecemos, esa labor encomiable de veinticuatro años; por eso para nosotros fue muy gratificante tu decisión de quedarte en Granda, pues corrobora lo recíproco de los sentimientos. Lo celebraremos como anteriores aniversarios y por derecho y deferencia te tendremos presente y te lo dedicaremos.
Quiero decirte también que nunca escribí una carta tan especial, con tanta esperanza en la confianza de que aunque el cielo esté tan lejos, llegará a su destino, con tanta pena porque no tendré contestación aunque intuyo que si la tuviera sería ¡Abogo por vosotros! y esto me basta, con tanta angustia, pues aún hoy, un año después, tuve que parar varias veces al escribirla pues las lágrimas no me dejaban ver ni continuar, y con tanta facilidad a pesar del tema, ya que fue el corazón quien la dictó y la cabeza apenas tuvo que pensar.
Te pido disculpas por el tuteo, cuando siempre te traté de usted, pero en esta ocasión el usted me da la sensación de distancia y alejamiento, y no lo quiero, ni lo tenemos. Estaremos cada vez más cerca, en el pensamiento, en la oración y en el recuerdo.
Y como final expresarte mi último deseo, que esta carta sirva a modo de Réquiem para que tú le des forma poniéndole una música dulce y sentida como sabes hacerlo.
Querido amigo, un fuerte y largo abrazo, aquel que no pude pero sí deseé darte en tus últimos momentos, pero tu estado de salud no se merecía ninguna emoción añadida.
¡Hasta siempre amigo! ¡Descansa en paz! ¡Nunca estarás solo!
PD. No es el caso que escribió el poeta ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!
Elena Castro, componente de la Coral de Granda.
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