De Losa a Lastra

23 de Julio del 2024 - Juio L. Bueno de las Heras (Oviedo)

La señora delegada del Gobierno, en rodaje, recomienda al principal partido de la oposición que se esté calladito, que no moleste y que, como por estas tierras ya la conocen, a nadie sorprenderá con quienes no va a hablar ni en público ni en privado. Quizá en sus anteriores responsabilidades -meramente de partido- esa licencia cordón sanitario le fuese permitida sin mayor trascendencia. Pero como bien sabe, o así se lo deberían haber dicho o así se lo dirán los funcionarios públicos que asesoran y atemperan a quienes -aunque digitalmente- son designados para desempeñar funciones también públicas, la cosa no debe de ser tan sencilla y expeditiva. Una Delegación del Gobierno no es -sólo- una comisión de partido sino una comisión de Estado, aunque su encomienda venga grabada a fuego por una denominación de origen explícita que no tiene, por ejemplo, una Fiscalía que comparte apellido con una Abogacía del Estado que, ya se sabe, sólo trabajan para el Estado.

Esa cuestión -que la DG pueda hablar en privado sólo con quienes le venga en gana (faltaría más) pero que sólo podrá retrasar, remolonear y ponerse todo lo borde que quiera y pueda (sin saltarse de la ley), pero no negar la atención debida por su cargo a cualquier persona física o jurídica que pudiera acudir a palacio para cuestiones de su incumbencia-, esto es lo que creía yo (que soy de ciencias) antes de consultar con expertos en leyes. Y, mira por cuanto, alguien que sabe del tema -y de quien ustedes también tienen la oportunidad de aprender regularmente desde estas páginas- me dice que sí que podría hacerlo, porque sólo tiene que “responder ante Madrid”. (Antes sólo se respondía ante Dios y la Historia, hoy algunos expertos en nuestro actual Estado del Derecho te dirían que sólo ante su “puto amo” (sic). Dejémoslo pues en Madrid, capital del Reino, lo que todavía mantiene abiertas ciertas rendijas a la esperanza).

Aunque cerrada insatisfactoriamente esta vía- ¡vaya por Dios!- y ya puesto a aprovechar el folio, sigo.

Por si hubiera dudas, como la Sra. DG pasa a concretar y motivar la identidad de con quiénes no piensa ni intercambiar los buenos días hasta final de mandato, iba yo a recordarle algo que también debe saber. Una cosa es que algún partido constitucionalista, legítimo, legal y nada pastelero -o sea, independiente hasta donde se puede del alto mando globalista de izquierda/derecha coyunturalmente hermanada o amancebada- sea también un antipático abejorro cojonero para muchos fieles, y otra cosa muy distinta, que pueda ser excluido del diálogo político. Y no sólo por dirigentes de partidos en las antípodas ideológicas, sino por alfiles y peones de partidos que gobiernan a, para y sobre todos los españoles. No ha hecho falta el concurso de espontáneos, porque la portavoz de ese denostado partido en la Junta del Principado ya le recordó inmediatamente esa obviedad. Y ello aderezado por una certera referencia a especies políticas tolerables, no precisamente ejemplares -pero al parecer sintónicas- con las que, lejos de “caérsele la cara de vergüenza”(sic) a la señora delegada del Gobierno de España, sí ha departido, y podría seguir departiendo entrañablemente, por lo mucho que parece unirlos como socios que -son separatistas, aconstitucionalistas, herederos y colegas de violentos- en empresas de mayor envergadura de las que tratan de excluirnos a millones de españoles de nacencia, de pacencia y de paciencia. Simple cuestión de la ametropía lateral selectiva, endémica en buena parte de nuestra actual ensoberbecida izquierda.

¿Ahí acaba la doctrina que va a marcar el mandato de Doña Adriana?

Pues no. El motivo del desprecio a ese legítimo pero incómodo partido (¿será odio, según novedosa catalogación penal tan querida por nuestra inquisitorial e imaginativa progresía levógira?) se basa -nada menos- que en su multinegacionismo (según espíritu y directivas dogmáticas de la Agenda Evangélica): Uno, machirulo y colectivo “negacionismo” al cuestionar la “violencia de género” (sic) [cromosoma, número y caso quedan fuera por decreto]; otro, acientífico e individual “negacionismo”, simplemente porque “en sus filas hay destacados antivacunas” (et sic). (Lástima, se olvidó de la cosa del cambio climático).

Inoportunos momentos estos, creo yo, para mezclar churras con merinas pontificando acríticamente sobre vacunaciones. Nadie en su sano juicio y normal formación académica puede estar hoy en contra de las vacunas. De las vacunas dignas de tal denominación (véase desde el Espasa a la Wiki, pasando por Lehninger), de las vacunas auténticas y no de las aproximaciones meramente nominales y oportunistas, de las vacunas que tienen tras de sí bastante más de dos siglos de dignidad y beneficencia y no cortos años de precipitación, ab initio bienintencionada, seguidamente contaminada -cuando no prostituida- semántica, farmacéutica, comercial y sociopolíticamente. Salvo los lectores marcianos sin internet -que haberlos habrálos-, la reciente peste de oscuro origen, turbia gestión e incipiente análisis integral prospectivo y retrospectivo en las muchas áreas concernidas -desde las meramente científicas a la variopinta penal- está en la mente de todos, así que mejor no chapotear ignaramente en un fango que mejor está estratificando para los estudiosos. Aprovechemos en su momento la ventana de oportunidad si llega antes de una próxima pandemia predicha o inducida. Luego, corderitos (y corderitas) míos, vendrán nuevos capítulos o nuevas ediciones de Memorias Históricas que nos dirán cómo tenemos que creer que fue la cosa.

Final intercultural conciliador: Por la cuenta que nos tiene a los casi indefensos ciudadanos, deseo que la Sra. Lastra -recíbanse o no la Santina y ella en audiencias regladas- haga una gestión tan digna y cabal como desapercibida. Durante el tiempo justo. Amén.

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