Carta abierta a Adriana Lastra
Ilustre Delegada del Gobierno en Asturias, bienvenida a su nueva responsabilidad en el Principado. Le deseamos suerte y acierto en su ejercicio.
Leo en LA NUEVA ESPAÑA: Adriana Lastra, delegada del Gobierno, abrió la puerta esta mañana a no acudir el 8 de septiembre a la misa del Día de Asturias en Covadonga si el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, sigue realizando discursos, a su juicio, “despectivos y ultraderechistas” en sus homilías.
Como representante del Gobierno en el Principado y por su dilatada carrera en el PSOE la supongo conocedora de las resoluciones de su partido. Las cito sólo para conocimiento de los lectores. En la resolución etiquetada como “Laicidad y Democracia” del 40 Congreso podemos leer:
El Partido Socialista aboga por un Estado laico porque creemos firmemente en la neutralidad del Estado con respecto a las diferentes opciones de conciencia particulares. Para los y las socialistas, la laicidad es un régimen social de convivencia, cuyas instituciones políticas están legitimadas por la soberanía popular y no por elementos religiosos. (…) La imparcialidad institucional supone la separación estricta entre política y religión, derecho y moral, delito y pecado y la adecuada distinción entre la Ética pública y privada. Una imparcialidad que deviene en neutralidad activa, pues no se limita a una suerte de equidistancia, sino que aboga de forma decidida por la libertad religiosa, de cultos y de conciencia.
Es decir, que el PSOE asume defender la total independencia entre los poderes del Estado y las diferentes creencias religiosas (o irreligiosas) de la ciudadanía. Y para que no quede duda aboga de forma decidida por la libertad religiosa, de cultos…
Si esto es verdaderamente así, ¿cómo puede intentar forzar las palabras de un líder religioso contraponiéndoles su presencia como Delegada del Gobierno? Como ciudadana Lastra tiene todo el derecho a la crítica de las opiniones “despectivas y ultraderechistas” del ciudadano Sanz. Como representante del Estado debe respetar las palabras de cualquier líder religioso mientras no entren en terreno delictivo. Y en ese caso su obligación es actuar y poner en marcha los tribunales. Y mientras tanto obedecer las sentencias del Tribunal Constitucional como la de 13 de mayo de 1982 que dice:
“… El Estado se prohíbe a sí mismo cualquier concurrencia, junto a los ciudadanos, en calidad de sujeto de actos o de actitudes de signo religioso…”
Es decir, que como representante del Estado central no puede asistir a ningún acto de signo religioso. Y la celebración en la basílica de Covadonga dirigida por la máxima autoridad local de una comunidad religiosa los es (y así debe considerarse por respeto a los creyentes católicos que asistan).
Es obvio que la sentencia antes citada incluye a toda la representación del Estado siendo especialmente significativa la de Adrián Barbón, que necesita establecer con claridad y prontitud las relaciones entre su yo católico y su yo Presidente de toda la ciudadanía asturiana. Tiene, con urgencia, que lograr diferenciar entre la fiesta de su “Santina” y la necesaria Fiesta de Asturias, la de todas y todos. Separar los mitos religiosos de las celebraciones administrativas necesariamente aconfesionales.
Esperamos su solución, pero mientras tanto nos parece inasumible la sumisión de nuestros representantes ante el pastor de una comunidad religiosa.
Atentamente.
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