Un extraño (e inadmisible) sentido de la democracia
Lo peor del fundamentalismo antitabaquista desatado por el Gobierno es el extraño «talante» de que hace gala esa gente. La ministra Pajín pide a los «buenos ciudadanos» que delaten a los fumadores como si fuera Goebbels resucitado (aunque sin doctorado) y ahora nos sale un Juan Llaneza, director de la Agencia de Consumo, alegando que «fumar no es un derecho básico porque la mayoría no fuma». Calculo que ese individuo también estará en contra de los matrimonios homosexuales, dado que la mayoría de la población no es de esa tendencia, con lo que se va al traste su acrisolada «corrección política», puesta de manifiesto por su posición contra los fumadores y por su aspecto físico de «progre» maduro y bien situado.
Ignacio Gracia Noriega, Sevares
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