El Picu y la ciencia
Soy profesora de Educación Secundaria y hace ya muchos años que veo y participo en actividades de todo tipo para promover las vocaciones científico-técnicas, especialmente entre las niñas y adolescentes. Siempre es positivo el esfuerzo en este sentido, pero es bien sabido que los entornos informales son extraordinariamente efectivos para crear atractivo entre los adolescentes.
Desde hace algunos días veo en el programa “El Picu”, un programa concurso de la TPA, cómo una doctora ingeniera química, vicedirectora de Programación, Seguimiento y Divulgación Científica, aprovecha ese entorno, absolutamente inusitado y original, para transformar la visión arcaica que algunas personas pueden tener de lo que significa ser científica. Es divertida, brillante, simpática, cariñosa con su familia, amigos, los contrincantes y la presentadora y demuestra una increíble capacidad para trabajar en equipo y aplicar sus amplios conocimientos de cultura general y asturiana. Lo mejor de todo es que, además de estar haciendo en el concurso un papel más que digno, no pierde ocasión de explicar en qué consiste su trabajo, qué aplicaciones prácticas tiene, cómo la ciencia puede mejorar el medioambiente y la vida de las personas... en fin, una pasada.
Adiós a las torres de marfil que separan el saber científico de la sociedad que lo financia, lo busca y lo necesita; adiós a la altivez de quienes creen que por haber tenido la oportunidad de desarrollar su talento científico no pueden compartir actividades cotidianas o científicas con el público general. Bienvenidas las personas de ciencia dispuestas a compartir su saber en los entornos donde estén las personas que no lo sean, pero tengan interés en ella; bienvenidas las personas que saben repartir ciencia con cariño, simpatía y don de gentes. Enhorabuena, Dra. Valdés-Solís, y gracias, muchas gracias, por poner esos minutos de calidad científica y humana en la TPA, que pagamos entre todos los asturianos.
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