Cuando el periodismo acusa y arremete.
Soy un ciudadano catalán enamorado de Asturias por vínculo familiar y experiencia propia. Cada año paso una larga temporada veraniega en esta tierra acogedora, orgullosa de su historia y de sus raíces, abierta al mundo y comprometida con su presente y su futuro. Leo a diario su periódico, que aún no compartiendo su línea editorial me informa de sus gentes y su cultura, que admiro y aprecio. Creo que es mi obligación y me resulta agradable y lleno de sentido.
Me atrevo por ello y con estas credenciales a exponer lo que sigue. Constato que reiteradamente en primera página, casi sistemáticamente y como marca de la casa, se utilizan en las columnas de opinión términos más que ofensivos y de mal gusto cuando se trata de valorar temas de índole política que evidentemente no responden al sentir del firmante. Con una facilidad pasmosa y una pluma realmente virtuosa, se vierten exageraciones, prejuicios y opiniones que parecen más propios de una discusión apasionada en un chigre que del privilegio y responsabilidad de utilizar una tribuna pública. Desde hace al menos tres semanas, parece que todo vale para desacreditar a cualquier político, léase el presidente del Gobierno español, por cierto, presidente "legítimo y constitucional" a pesar de lo que vociferen desde la oposición. También el culebrón de este verano, léase esposa del citado presidente, ha nutrido una cascada de exabruptos e intemperancias contra ella que creo no son propias de un periodismo sagaz, constructivo y simplemente veraz. No soy ni he votado nunca a socialistas, pero me indigna este tono repetido hasta la saciedad de descaro sin más. Por cierto, el tema catalán también se lleva la palma; ni un reconocimiento, ni un argumento, ni valoración tranquila, siempre las peores invectivas sin otro recurso argumental. Tal vez se me dirá que son columnas solo de "opinión" y no argumentales. Discrepo llanamente. No creo en un periodismo neutro, limpio de polvo y paja, exonerado de compromiso con la realidad y con la responsabilidad. Me refiero a que la palabra escrita y por periodistas acreditados y en cabeceras de prestigio ejerce una influencia en la "opinión" de aquello que es el devenir político y cultural en general. La historia da fe de cómo un periodismo honesto y responsable ha contribuido a templar conflictos o al contrario a promoverlos. Y me refiero a nuestra historia reciente en el contexto europeo. ¿No sería mejor para todos opinar pero interpelando al pensamiento libre, racional y consciente de cada ciudadano responsable? Y así contribuir al mejor posible afán de diálogo constructivo. Francamente, por lo que voy leyendo en su periódico dista mucho de esta actitud. Pobre servicio a nuestras gentes y a nuestra cultura social, política y en definitiva humana. Así y todo seguiré confiando en el periodismo profesional que tanto necesitamos todos. ¡Puxa Asturias!
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