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Peregrinaciones y otros viajes

8 de Febrero del 2011 - Agustín Hevia Ballina

Como elementos muy significativos de promoción del turismo religioso han de ser mencionadas las parroquias, que como parte de sus actividades culturales y pastorales actúan como centros generadores de peregrinación. Así, durante el Año Santo de la Cruz, siete de cada diez parroquias asturianas participaron en peregrinaciones arciprestales a la Cámara Santa. Tres de cada diez organizaron su peregrinación a Santiago de Compostela en el Año Santo. Cinco de cada diez parroquias peregrinan a Covadonga durante los días de la novena de la Santina. En la visita de Juan Pablo II a Asturias, en 1989, cuatro de cada diez parroquias participaron en los actos de La Morgal y en Covadonga. Prueba irrefutable del papel de las parroquias asturianas en el turismo religioso peregrinacional.

Las agencias de viajes, en correspondencia con las pretensiones pastorales de las mismas, ofrecen vastos programas de turismo religioso, combinado con elementos culturales, históricos, folclóricos, que formarán parte y enriquecerán sus programas.

En resumen, insistiríamos en la motivación de lo religioso como elemento motriz del viaje, destacando la faceta cultural, como complementaria de la religiosa.

Además de las peregrinaciones consolidadas en la cristiandad, pueden señalarse otros elementos que motivarían el turismo religioso:

Especiales eventos religiosos, como pueden ser las visitas del Papa a diferentes lugares, las jornadas mundiales de la Juventud, en Colonia, en Sidney y en tantos otros lugares que las han experimentado, arrastran a millones de jóvenes que se esfuerzan por tener cabida en el marco de este especial «turismo religioso» y que, con mucha probabilidad, quedan enganchados al mismo, una vez que han experimentado la vivencia de fe que de él se deriva.

Otras facetas del sector del turismo religioso nos las puede ofrecer el hecho de su implantación en Europa, donde más de quince millones realizan cada año algún tipo de turismo religioso. En Hispanoamérica, en Estados Unidos y Canadá se intensifica este fenómeno del turismo religioso, que mueve grandes masas de peregrinos por el mundo entero, en torno a la ciudades santas desde la perspectiva católica de Jerusalén o de Roma. Caracterizan a este turismo religioso, que algunas agencias promueven con especialidad, estancias cortas de tres o cuatro días aprovechando fines de semana o puentes para la visita a lugares sagrados de especial relevancia universal, a los grandes santuarios de la peregrinación, a los lugares donde se veneran tumbas de santos, asistencia a actos religiosos como congresos eucarísticos, años santos, canonizaciones o beatificaciones, las semanas santas de diferentes lugares, los jubileos universales de la cristiandad o los particulares de diferentes diócesis o santuarios se constituyen también en importantes eventos de turismo religioso.

Los trasfondos de apariciones constituyen un atractivo especial para el turismo religioso no exento de alguna connotación morbosa, que hay que considerar con algunos reparos: el fenómeno de Garabandal, del Pinar de Troya, de las apariciones de El Escorial y otras. Descubrimientos ocasionales de reliquias, como pueden ser el descubrimiento de las reliquias del apóstol Santiago en su momento histórico, la apertura del Arca Santa, la Sabana Santa de Turín, cuya reciente ostensión y exposición atrajo millones de visitantes. Quizá pueda considerarse como un reto el afrontar una ostensión similar, además de las tres características, en relación con el Santo Sudario de Oviedo.

Antetítulo: Turismo religioso (II)

Subtítulo: Estancias que ayudan a descubrir las enseñanzas de la Iglesia

Destacado: En Asturias podrían organizarse rutas especializadas, por ejemplo por los monasterios tanto del oriente como del occidente de la región

Con todo, las agencias de viajes reconocen entre las fuentes más importantes del turismo religioso las peregrinaciones.

En tal sentido, la ruta jacobea constituye por su misma proyección una generatriz de peregrinaciones desde la Edad Media temprana. La difusión medieval del Codex Callixtinus y su proyección ha abierto panoramas de peregrinación de alcance europeo a lo largo de las Edades Media, Moderna y Contemporánea y su repercusión continúa experimentándose hasta nuestros días. Al potenciar esta ruta desde la perspectiva de turismo religioso se potencian los valores de la hospitalidad, la desconexión de lo superfluo y de las múltiples vanidades de esta vida resaltada por la comunión con los valores de la contemplación y la oración cristianas y de comunicación de la caridad. Se fomenta, asimismo, la comunión con la naturaleza y con la belleza de la creación y se realza el valor de conservadores de la tradición de los siglos, de los que continúan siendo depositarios y portadores los modernos peregrinos, que con mirada atenta escuchan y abren el corazón y los sentidos a valores trascendentes. De ello, seguramente podrían dar buena cuenta todas las agencias, que sensibles al fenómeno peregrinatorio están muy atentas al aprovechamiento de su tirón turístico. Ello genera una difusión paralela de guías, itinerarios, folletos turísticos... con una repercusión incidental en la industria editorial, así como en la potenciación por todos los gobiernos autonómicos de la producción casi masiva y con una eclosión nunca antes conocida de la promoción de los distintos sectores turísticos, sin dejar de lado, a pesar de posibles prejuicios ideológicos, el turismo religioso.

El aliciente religioso se ve estimulado por los aspectos de trasfondo concomitantes. Una ruta muy divulgada resulta ser, por ejemplo, la de los Viajes de San Pablo, con especiales repercusiones en el ámbito de Asia Menor, Turquía, Grecia, islas de Egeo, Estambul, promocionando aspectos religiosos, vinculados a lugares paulinos, junto con los de «viajar», como connotación inherente.

Mi experiencia personal consistió en organizar en todos los cursos una ruta diferente de carácter turístico para los seminaristas, en la que se procuraba que no faltaran además de los elementos culturales añadidos, la visita a algún santuario, a alguna ruina arqueológica de reminiscencias religiosas. En Galicia suele ofrecerse como una ruta especial la de los monasterios de la Ribeira Sacra.

En Asturias podrían organizarse rutas especializadas: por ejemplo la de los monasterios del oriente de Asturias: Celorio, Bedón, Villanueva, Covadonga, Villamayor. Y hacia Occidente: partiendo de San Pelayo, San Vicente y la Vega, Cornellana, Belmonte, Obona, Bárcena de Monasterio y Santa María de Villanueva de Oscos.

Puede resultar de interés una ruta de los museos de arte sacro: Museo de la Iglesia en Oviedo, concomitante con la visita a la Catedral. Museo de Covadonga con su visita complementaria. Museo de Arte Sacro de Tineo, con su especial vinculación al Camino de Santiago, ya que su programa se cifra en «Cristo, la Virgen María y los Santos en el Camino de Santiago» (todos ellos con sus respectivos programas catequéticos y pedagógicos).

La Santa Sede es especialmente sensible a estas facetas de pastoral turística y de las migraciones, para lo que ha creado un consejo para la pastoral de las migraciones, en que vienen a converger las facetas del turismo religioso.

Para concluir, como cifra y resumen de los valores intrínsecos de potenciación de la fe y de la devoción voy a aplicar al turismo religioso estas palabras que en algún sitio leí atribuidas a San Agustín, el gran Santo Hiponense, mi patrono: «el mundo es un libro y aquellos que no viajan para potenciar su fe con su atenta lectura –turismo religioso– sólo leen la primera página». A todos os digo yo, con respecto a los que no viajan por turismo religioso: «¡Cuántas páginas nos quedan para invitadora y sugerente lectura en prosecución del turismo religioso, asumiendo los valores que en él quiere ayudarnos a descubrir la enseñanza de la Iglesia!».

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