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Un Día Mundial para fortalecer la democracia y la lucha contra la intolerancia

23 de Agosto del 2024 - Mary Carmen Ordóñez López

El artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión y su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.” Esta libertad, recogida, ya con fuerza vinculante para todos los países firmantes, en el artículo 18 del Pacto Internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos –que, además, prohíbe menoscabar este derecho– solo puede limitarse mediante ley y en lo que sea necesario para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y libertades fundamentales de los demás. Esto incluye la libertad de no tener ninguna creencia religiosa.

Dieciocho países miembros de la ONU no han firmado el pacto y seis, pese a firmarlo, no lo han ratificado. Desafortunadamente, la violencia motivada por creencias religiosas no es exclusiva de esos países, se manifiesta globalmente. En sus formas más virulentas, las mujeres suelen sufrirla de manera más lacerante: no están armadas ni entrenadas, pertenecen a poblaciones muy desfavorecidas económicamente, son responsables de la infancia y de los mayores, no son económicamente independientes y son víctimas de violencia sexual con mayor frecuencia que ningún otro demográfico, con el riesgo inherente de quedar embarazadas como resultado de las violaciones.

Sumario: El 22 de agosto se conmemora a las víctimas de actos de violencia motivados por la religión

Destacado: Hoy no hay que hablar de quienes son violentos por sus creencias religiosas, sino de quienes sufren por tenerlas. Especialmente, de las mujeres que padecen desde la esclavitud sexual hasta el acoso o la revictimización por sus creencias

Desde 2017, los reportes de violencia sexual contra las mujeres Rohyngia en Myanmar son manifestaciones constantes de la violencia por parte de los budistas. Durante la guerra de los Balcanes miles de mujeres bosnias, de mayoría musulmana, fueron violadas sistemáticamente en centros de detención serbios. En 2014, más de 200 niñas cristianas fueron secuestradas y sometidas a esclavitud sexual por Boko Haram en Nigeria. Ese mismo año, en Irak y Siria, el Estado Islámico secuestró y esclavizó sexualmente a cientos de mujeres yazidíes. Ravensbrück fue un campo de exterminio exclusivo para mujeres donde murieron más de 50.000 judías tras sufrir todas las vejaciones. Masha Amini es solo una de muchas mujeres que murieron defendiendo su libertad de vivir sin imposiciones de credo.

La violencia que se ejerce sobre una persona por pertenecer a una determinada religión es doblemente grave. Además de la violencia en sí, se le priva de ejercer un derecho humano reconocido por el orden jurídico internacional. No solo las mujeres son víctimas de violencia por su religión, por supuesto. Cuando la víctima es una mujer en situación vulnerable, el daño puede ser de una dimensión más profunda. Es inaceptable que las creencias religiosas, o su ausencia, de una mujer la expongan a un riesgo incremental de violencia.

Hoy no hay que hablar de quienes son violentos por sus creencias religiosas, sino de quienes sufren por tenerlas. Especialmente, de las mujeres que padecen desde la esclavitud sexual hasta el acoso o la revictimización por sus creencias. Dentro de su ámbito de acción, asociaciones como Mujeres de Empresa refuerzan que las mujeres, donde estemos, dependemos de nuestra solidaridad para superar las situaciones vulnerabilizantes, incluyendo por nuestras creencias: la pobreza, la responsabilidad exclusiva del cuidado de menores y adultos mayores, la falta de independencia financiera, la falta de capacitación. Pequeños ejemplos como este nuestro en Asturias que se replican en el mundo son un mecanismo para reforzar la igualdad. Sus creencias no deben ser una desventaja para ninguna mujer, por eso recordamos debemos recordar a quienes fueron víctimas de violencia por ellas.

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