Quien tiene un pueblo tiene un tesoro
Haciendo caso a los consejos de mi doctora (que bien sabido es que sus prescripciones son como señales obligatorias), acostumbro a dar alegría a mis piernas cada día recorriendo los entornos del precioso pueblo del Pito, lugar en el que tengo la gran fortuna de vivir gran parte del año. Y dejando atrás las majestuosas herencias que la familia Selgas-Fagalde dejó en él, pongo rumbo hacia la hermosa villa pixueta de Cudillero.
Un cúmulo de placeres sensoriales me acompañan habitualmente en mi marcha. Desde una buena tertulia radiofónica o temas musicales seleccionados antes de la partida, pasando por los olores de la cocina del bar El Centro, la vista eclipsada por la belleza de los jardines del Palacio o el disfrute de charlas con vecinos, turistas o peregrinos con los que una se topa sin descanso en estas fechas y que habitualmente se interesan por el maravilloso tiempo que disfrutamos los asturianos, alejados de las termas del sur, por recomendaciones sobre dónde llenar el buche y llevarse recuerdos gastronómicos inolvidables, pasando por consultas sobre playas como la de Aguilar, donde gozar del paisaje, o de lugares donde hacerse los mejores selfis.
Y yo, que con el paso de los años tiene a bien hacer de la cháchara un gusto para el alma, pues me paso más tiempo en pausa que en actividad. Y entonces me acuerdo de la doctora Sánchez y reanudo mi cometido, que no es otro que hacer los kilómetros marcados hasta tocar con el pie el último muro del espigón del muelle nuevo.
¡Qué deleite las vistas que se ofrecen desde allí! El faro reconvertido, las casinas de colores, la entrada y salida de barcos de pescadores a los que debemos la vida.
La belleza tiene mil caras, pero uno de los nombres lleva el de Cudillero.
Retorno al Pito por diferentes rutas cada día con el deseo de que mañana vuelva a ser un gran día para poder disfrutar de las maravillas que me rodean.
Ojalá se pudiese acondicionar mejor la acera de bajada al pueblo desde la entrada del Tolombreo, para gente que como yo encuentra en el paseo la mayor de las dichas.
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