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Una muerte a palos

23 de Enero del 2011 - Cándido Rodríguez García (Entrago (Teverga))

Estamos viendo la agonía de los pueblos, una agonía que viene desde hace unos

cuarenta años, más o menos, ya que éstos fueron condenados a muerte, todo ello por parte de la Administración que por su mala gestión fue la principal causante de todo este deterioro que padece la zona rural.

La Administración, con sus iluminados mandatarios y legisladores, aprobó y llevó a cabo muchas medidas de presión hacia las gentes de los pueblos, lo que motivó las principales causas de la despoblación de los mismos. Aquí se protegieron muchas especies, tanto de flora como de fauna, ¿y qué se hizo en protección a los campesinos? Nada de nada, a éstos todo lo contrario. Aquí hubo una presión brutal, pero en todos los sentidos, no se respetó ninguna de las tradiciones que éstos tenían para su coexistencia. Todo fue una presión constante y feroz hacia el más débil, que era el campesino. Una prueba la tenemos en cómo estaban los montes antes y cómo están en la actualidad, es una auténtica vergüenza, que el 60% de los pastos está tomado por la maleza. ¿Por qué no se limpian los montes de la vieja usanza? ¿No? Hay que tener toda esa materia ahí, lo que es un gran peligro. Se está acabando con todo, falta hace que en esto alguien tome otras medidas, pero muy distintas a las que tenemos. Los montes limpios generan buenos pastos, pero no sólo para los ganaderos, también para muchas especies con peligro de extinción, como el oso, urogallo, la liebre, perdiz, etcétera.

Ahora es muy fácil sacar argumentos de que tal o cual especie está en peligro de extinción, por alguna enfermedad que ya se las arreglarán para ponerle nombre, el caso es salirse ellos del problema, ¿qué enfermedad fue la que acabó con los arándanos?, ¿que le pongan nombre a ésta? Un fruto de tanto valor como es éste para todas las especies campestres, también el madroño, otro que por falta de limpieza ya casi no produce nada. La fauna casi toda está sufriendo un gran bajón, todo por la falta de comida, además lo estamos viendo cómo la mayor parte de ellas viven alrededor de los pueblos, a costa de los campesinos, que tanto a unos como a los otros ya tienen los días contados.

Los montes limpios serían una buena medida para que la familia del jabalí no se reproduzca tanto, cosa en la que no estarán muy de acuerdo los cazadores, en los que me incluyo, pero que sí hay que reconocer que es mala para algunas especies, como la perdiz, el urogallo, etcétera. Aunque del urogallo ya sólo nos quedan los cantaderos, gracias a la Administración y al Medio Ambiente, gracias por la buena gestión que estáis llevando, y una vez más gracias por acabarnos con todo, que es lo que estáis haciendo.

La presión que por parte de las autoridades se ejerció contra la población rural fue tan feroz que hasta se llegó a crear una guardia para perseguir y machacar a estas gentes, pero de forma bestial (esto prohibido, aquello también, lo demás no se puede hacer, lo otro tampoco), el caso fue que se transformó todo sin respetar ni tradiciones ni costumbres, de las cuales el campesino hacía uso, y qué bien funcionaba todo. Ahora vamos de mal en peor.

La presión fue de tal envergadura que no hubo más remedio que ir abandonando unos tras otros las ciudades, pero ahora aquí lo tenemos, lo que algunos no queríamos otros sí lo consiguieron, que fue acabar con la vida de los pueblos.

¿Cuántos puestos de trabajo generaban los campesinos? Muchos, qué falta nos hacían ahora. ¿Cuántos cotizaban a la Seguridad Social?, qué falta nos hacían ahora. Pero no, había que acabar como fuera con los campesinos.

Cándido Rodríguez García

Entrago (Teverga)

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