Vinícius nos llama racistas a todos los españoles
Incluso se permite decir sobre el racismo en España: "Si no evoluciona, el Mundial necesita cambiar su lugar".
Es que es de una insensatez fuera de lo común. Mira que vinieron antes que él negros, de todos los colores y países a jugar, a triunfar aquí en España. Precisamente los brasileños fueron uno de los colectivos que más y mejor ayudó a este país a hacer grande su competición. La mejor del mundo.
Todos tenemos un poco de todo: racismo, odio, envidia, estupidez, maldad... No por ello somos peores que los brasileños, suizos, alemanes, franceses o angoleños... No debemos permitir que nos encasillen así. Si ustedes vienen aquí, será por referencias de los anteriores, seguro que alguno sufrió algún que otro insulto, en el fútbol pasa en todos los países, los forofos contrarios para apoyar a su equipo suelen tratar de menospreciar a los jugadores importantes del otro equipo. Si ese jugador, con el mismo color de piel, jugara en su equipo, le adoptarían cómo un ídolo suyo (no debiera suceder, pero tampoco podemos convertir un campo de fútbol en una santa misa, o en un partido de petanca), debemos ser considerados hasta con los estúpidos. Vivimos rodeados de ellos.
Aquí triunfaron muchos deportistas negros, fueron admirados e idolatrados, y lo relevante, una gran mayoría de ellos, se quedaron a vivir entre nosotros, no volvieron a Brasil o a su país de origen, allí donde según ellos los tratarían mejor. No cuadra este proceder con la intencionalidad de Vinícius de hablar en general de lo racistas que somos los españoles.
Vinícius es un provocador nato de contrarios y espectadores. Con esa referencia al Mundial y al racismo español lo corrobora.
Mira que hay jugadores extranjeros y de color en España, y en concreto en su Real Madrid. ¿Solo le pasa a él? Seguro que a alguno le pasó que algún espectador contrario también le soltaría algún improperio, pero no le da esa importancia que le da este gran futbolista, pero gran provocador también. Hay que decirlo, callarse es aceptar que nos llamen racistas en nuestro morro. Pues no, no lo somos; no más que en el resto de países.
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