Dos joyas del Ribatejo portugués
En el corazón de Ribatejo –que es como decir el corazón de Portugal, aunque Portugal tiene, sin duda, muchos corazones– está Alpiarça, un pueblo blanco en plena “lezíria”, que es esa rica tierra llana y muy productiva del borde del agua del Tejo –que no es otro que nuestro Tajo, cuando pasa la frontera– y que se puede contemplar, desde el mirador privilegiado de As Portas do Sol, en los jardines del castillo de la cercana ciudad de Santarém.
En ese paisaje bellísimo y de gran amplitud, con el puente de hierro sobre el Tejo, que serpea y deja amplios arenales en la llanura verde, se ve el pueblo blanco de Almeirim, hacia el levante y más en la lejanía, a unos quince kilómetros al noreste, aparece Alpiarça.
Allí, el rico político republicano José Relvas (1858-1929) hizo construir al comienzo del siglo XX una casa de campo-palacio que decidió dejar como patrimonio cultural para la región, tras haber perdido a sus tres hijos en sucesivos momentos tristes de su vida. El edificio fue diseñado en estilo revivalista y neorrománico por el famoso arquitecto de la época Raul Lino, para albergar una riquísima colección de obras de arte, que hacen de la Casa-Museu dos Patudos un referente cultural y turístico de Ribatejo y de Portugal.
Sumario: Una visita a la Casa-Museu dos Patudos y a la Casa-Estudio Carlos Relvas
Destacado: La Casa-Museu dos Patudos es un referente cultural y turístico de Ribatejo y de Portugal y la Casa-Estudio Carlos Relvas se ha convertido en un museo muy importante de fotografía
Ya la finca y el atractivo del edificio llaman la atención por sí mismos, pero el interior es una sucesiva maravilla de tapices, mobiliario, cuadros, esculturas, azulejos, orfebrería y porcelanas de los siglos XVI a XX, de escuelas francesas, inglesas, españolas, italianas y portuguesas: pinturas y esculturas de Machado de Castro, Teixeira Lopes, Malhoa, Columbano y Bordalo Pinheiro.
El conjunto tiene, además un pabellón para exposiciones ocasionales, sala de conferencias y otros actos culturales. Y su situación facilita otras visitas de la zona, entre las que se pueden incluir la Quinta de Lagoalva y un cercano embalse con el tradicional “parque das merendas”, para descansar y el Porto do Patacão da Coma, con palafitos de pescadores, como muestra etnográfica de una época relativamente reciente, que vivían en sus propias embarcaciones cuando emigraron desde la costa de Estremadura, cercana a Leiria, durante unas décadas de las durísimas condiciones de vida que tuvieron en su comarca de origen, en la costa atlántica de esa latitud y decidieron pasar y establecerse a vivir en la orilla del Tejo para pescar en el río.
Por las cercanías geográficas de los lugares –veinte kilómetros– y por las familiares de los personajes que crearon estos espacios museísticos, cabe también traer aquí otra villa cercana situada en Golegã, que perteneció al padre del citado José Relvas. Se trata de Carlos Relvas (1838-1894), personaje que pasó a la historia como un experto y conocido fotógrafo y que construyó una magnífica mansión, ahora museo muy importante de fotografía.
Se trata de la Casa-Estudio Carlos Relvas, o “el Chalet”, como lo conoce la gente de aquella tierra y que es otra de esas increíbles curiosidades con que algunos personajes magnánimos del siglo XIX nos sorprenden en algunos lugares, con su punto de exceso y de genialidad. En este caso el lavrador (terrateniente) Carlos Relvas erigió en 1875 un notable edificio de estilo modernista neogótico y neomozárabe, con numerosos motivos arquitectónicos simbólicos, un mobiliario excelente y una decoración muy cuidada, rodeada de un jardín romántico.
La Casa-Estudio no fue propiamente una vivienda, sino un estudio fotográfico muy especial, con un primer piso totalmente acristalado, incluso en el tejado, que le permitía usar la luz en las diferentes fases del día y el año, con todas las posibilidades de la época para preparar escenarios, luces, sombras y contrastes. Tiene una planta baja de recepción, por la que pasaron para retratarse personajes portugueses y extranjeros de la época; y otra planta subterránea para el laboratorio de revelado, también dotado en su día con las técnicas más novedosas del mundo de la fotografía, que también se exponen allí.
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