Sanidad asturiana: atado y bien atado
A tenor de todas las encuestas preelectorales referentes a Asturias, el Partido Socialista no volverá a gobernar. Este hecho, que es de sobra conocido y aceptado por ellos, les está haciendo optar por una huida hacia delante, dejando bien blindados los cargos ya existentes en la sanidad y completando los que aún quedan.
Por eso, y a tenor de las noticias aparecidas en LA NUEVA ESPAÑA, sobre la jefatura de los servicios de nefrología y urología, me ratifico más en este pago de favores. La pretensión de unificar dos servicios en uno (si no lo he entendido mal). Y concederle por el procedimiento político de libre designación, a quien ha sido director del Insalud en Asturias, coordinador del área de nefrología y metabolismo óseo, no deja de ser una dádiva muy generosa del señor Quirós, con la anuencia de la mayor empresa generadora de puestos de trabajo públicos como en Lapsoe, S. L. hacia el interino jefe de ambos servicios, hasta que los tribunales o el sentido común decidan.
Las opiniones que al respecto publicó, como digo, LNE, el día 20, sobre el tema, en su página 58, no tienen desperdicio, al menos en los razonamientos con los que pretende defender y convencer, el ex director político- del Insalud, a la sazón beneficiario del dedo digital (que no del del mérito, capacidad y conocimiento) del cargo que ocupa, y que pretende mantener.
El servicio de nefrología nació en el Hospital General de Asturias de la mano del doctor Ocón, si no me falla la memoria. Se desarrollo en él y en él se formaron, todos o casi todos los actuales nefrólogos de Asturias, independiente del de urología.
Por otro lado, el servicio de urología nace (al menos con mayor proyección) igualmente en el HGA de la mano de uno de los más prestigiosos urólogos como fue el doctor Junquera. Igualmente, de este centro se formó parte de los actuales cirujanos, como es el caso del actual jefe de urología del HUCA, doctor Abascal (discípulo directo, como digo, de un gran maestro). A ambos he conocido y tratado. Igualmente, de ellos y en mi ámbito, he aprendido el trabajo, el estudio, el esfuerzo, la docencia, la asistencia, la investigación y la humanización de la medicina (por cierto, algo que dista muy mucho del sentido ético, que de esta especialidad han tenido y tienen los socialistas).
Desconozco, por no ser materia de mi incumbencia profesional, si, como dice el doctor. Ortega, éste ha escrito, o no, 250 publicaciones. No tengo por qué dudarlo. Aunque sí desconozco –porque no las cita– las revistas o los medios en los cuales ha realizado sus publicaciones.
Ahora, lo que tengo bien claro es que por el mero hecho de publicar algo no se aumenta necesariamente la calidad del médico, si ese continente no está lleno de contenido como pretende hacer creer el nuevo director del servicio nefro-urología. Ni a veces la cantidad. Ni tampoco la nueva filosofía socialista, de liderazgo, voluntad, compromiso, etcétera. Porque, me pregunto: ¿Con quién hay que tener esa concepción filosófica? ¿Con el partido o con los pacientes? ¿Con quien te nombra, o a quien asistes y tratas médicamente?
Todo sería más fácil, si no fuera por la politización de la medicina, desde los tiempos en que ésta, en Asturias, estuvo regida por un abogado laboralista y de sus profesionales. Pues la mejor forma de conocer la capacidad, el conocimiento y el mérito es por sus resultados. Resultados que, quiérase o no, juzgan los pacientes. Y, hoy por hoy, en ese currículum, la balanza se inclina hacia el doctor Abascal, y todo su servicio, ¡sin duda alguna! Espero que este conflicto generado artificialmente por los responsables del Sespa, y amparados en reales decretos –socialistas, por cierto, que si no vulneran la Constitución española la rozan con excesivo peligro– se resuelva, pasadas las elecciones autonómicas. No pueden dejar al nuevo Gobierno, surgido de la voluntad de los asturianos, con todo atado y bien atado, máxime en la mayor empresa de Asturias, con sus más de trece mil trabajadores. Eso sería incalificable.
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