El respaldo del asiento del restaurante que respaldó los roles de género
Si buscas por internet "taylor swift joe alwyn restaurant booth" te encontrarás con uno de los mejores ejemplos de perpetuación de los roles de género de este siglo. El contexto de la famosa foto es que hace unos años Taylor Swift fue fotografiada en un restaurante con el que era entonces su pareja, el actor Joe Alwyn. Mientras la artista está sentada en una silla, el actor se encuentra sentado en el asiento-sofá con respaldo enfrente suya (lo que en inglés recibe el nombre de "booth"). Esto puede parecerle banal a cualquiera, simplemente una foto más de famosos. Sin embargo, en internet abrió un enorme debate repleto de mensajes sexistas y potencialmente peligrosos, en especial teniendo en cuenta la temprana edad de aquellos que comentaban. La discusión gira en torno a si el hombre debería haberle dejado a ella el mejor asiento, teniendo en cuenta su rol de caballerosidad. A raíz de ese comentario, que puede resultar absurdo hoy en día, la conversación ha derivado en miles de personas señalando que ese fue "el verdadero motivo que precipitó la ruptura" o que es "la auténtica demostración de que Joe Alwyn realmente no quería a la cantante". Espero y confío en que el lector a este punto esté alucinando tanto como lo hago yo.
Estas actitudes reflejan una idea patriarcal de que el hombre debe ser el protector en la relación. Es muy sencillo, y asombrosamente rápido, que este discurso derive en que, al igual que el hombre debe ser protector, también deba ser proveedor si su pareja cumple su rol tradicional de mujer. Esta evolución puede verse en el famoso fenómeno de las "tradwives", que se viralizó tanto en España hace poco con el caso de la tiktoker Roro. En el ámbito científico, estas actitudes misóginas han recibido el nombre de sexismo benevolente (según la teoría del sexismo ambivalente de Glick y Fiske). Este nuevo sexismo debilita la resistencia de las mujeres ante el patriarcado, ofreciéndoles las recompensas de protección, idealización y afecto para aquellas mujeres que acepten sus roles tradicionales y satisfagan las necesidades de los varones.
Lo que está claro es que, da igual la careta que se ponga, el monstruo del sexismo sigue presente a día de hoy, y todos debemos reflexionar y luchar para derrocarlo.
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