A propósito de opiniones sobre bicicletas y tabaco

Así como la seta común aparece inesperadamente con la humedad en algunas praderas, a menudo surgen en los espacios de opinión de la prensa personajes que se deleitan al verse reflejados en ella, pues hasta adjuntan su fotografía y, por supuesto, su título universitario o profesional, para que conste.

No importa el argumento, no se trata de opinar, sino de sentar cátedra, nunca mejor dicho en este caso, sobre cualquier tema en el que su razón debe prevalecer por una (vanitas vanitatis) especie de autoridad que se arrogan, basada en elucubraciones de su gusto, sustentadas en estudios pseudotécnicos o científicos.

Así, el colaborador de este periódico, como da en llamarse ahora a esta figura, que hemos de sufrir con reiteración, pues no se detendrá esta vez y volverá a manifestarse con cualquier tema que le permita lucirse, ya que precisa el alimento / reconocimiento de la mirada del vecino, del barman o del anónimo viandante, para dormir a gusto y sentirse mejor. En sus últimas entregas se atrevió con sus peculiares ideas a saltar al ruedo para enfrentarse con el problema del tráfico de las calles Muñoz Degraín y Pedro Masaveu. Sin entrar en el fondo de la cuestión, propugnaba la habilitación de un carril para bicicletas incluso en la citada calle Muñoz Degraín. Tal es el predicamento de este colaborador o, en su defecto, la falta de ideas de los responsables del tráfico en Oviedo, que, en el mayor de los ridículos, ya han florecido en la calzada numerosas señales de tráfico con el dibujo de una bicicleta, por los aledaños del edificio que habita el ínclito. ¿Ustedes han visto alguna bicicleta circular por Muñoz Degraín?; yo sí las he visto, pero por las aceras, teniendo que esquivarlas y percibiendo el sufrimiento de personas mayores soportando el peligroso afeitado a que son sometidas por esos ciclistas que parece ni siquiera respetan la también nueva y absurda norma de limitación de velocidad a 30 km/h. ¿La Policía Local? Bien, gracias. A ésta tampoco le preocupan los patinetes que usan indistintamente en aceras y calzadas, hasta en dirección prohibida y con caso omiso a los semáforos o cualquier indicación.

En fin, espero y deseo que cuando usted se disponga a aparcar la bicicleta junto a su Mercedes no le avisen de que a alguien cercano le han atropellado con uno de esos dos vehículos. Por lo demás, estoy deseando verle a usted con su casco y demás impedimenta usando el carril bici de Muñoz Degraín.

Y ahora permita que se me refiera a su artículo del domingo sobre el tabaco. Del mismo se desprende que, más que sobre el tabaco, pretendía usted cargar contra la derecha o cualquier cosa que huela a ella. Deja claro que es un admirador acérrimo del presidente Rodríguez, es usted muy dueño: «Que no se mezclen churras con merinas...», «que no se le convierta a Rodríguez en la nueva encarnación del maligno...», «que no se tergiverse a la Pajín...», ¿para qué seguir? Pero los demás tendremos también derecho a opinar, supongo, ¿o también se va a hacer uso del «autoritarismo franquista» que tanto le resquema?

Y no me presuma de izquierdismo confundiéndolo con progresismo, porque con esa copla hoy ya no engañan a nadie. No cabe a estas alturas asimilar izquierdismo con progreso, y derecha con lo contrario.

No me sea usted María Antonia Iglesias..., y no se moleste, que también usted cita a Belén Esteban.

Y con el mismo derecho que le pueda asistir a usted, me permito opinar, y me atrevo a decir que la última ley antitabaco, a pesar de sus bondades, es incongruente, entre otros motivos, por el de prohibir el consumo de un lado, y de otro, lucrase con su venta; por favorecer, como usted apunta –aunque lo niegue– la delación y porque es otra imposición más. Respecto a su admirada ministra Pajín, miembra de este Gobierno que tanto admira (y aproveche, que le queda poco), goza sacando leyes como la proyectada de igualdad y otras, que lo que sibilinamente pretenden es eso, la delación, la imposición dictatorial, el control del ciudadano, la destrucción de valores éticos y morales que nos eran consustanciales a los españoles, favoreciendo, y no por altruismo, otros «valores» con los que quieren hacernos comulgar.

Ustedes, progres, presumían del «prohibido prohibir» de Mayo del 68. Ya, ya..., pero qué le voy a contar, si en Mayo del 68 estaría usted jugando al futbolín, como otros tantos que presumen de haberlo vivido in situ. Eso sí, lo de «la imaginación al poder» sí que lo llevaron a la práctica, pues imaginarse que estábamos en el paraíso, que no existía la crisis, que había «brotes verdes», la alianza de civilizaciones; la conjunción planetaria... En fin, mientras estaban en la inopia, al menos no mataban moscas con el rabo, pues la nena está fraguando una «ley de igualdad», eufemismo que puede traer cola, o la otra que se pretende de control audiovisual, con la que nos vamos a acordar de su amigo el caudillo. No vamos a poder ni respirar, me temo.

También opino, a diferencia de usted, que Rodríguez es un socialtotalitario, incapaz, y que ha perjudicado enormemente a España. Ya le dejo tranquilo, que tendrá usted que preparar la clase de mañana, procure para ello no usar esos términos de «imbécil», «cuando mean por encima», o la atribución de ignorancia y cinismo, pues son de mal gusto, o la atribución de ignorancia y cinismo, pues son de mal gusto; o prepare alguna tesis sobre la Constitución albertina u otra. Ah, yo no fumo y me molesta el tabaco ajeno, pero casi me molestan más las bicicletas asilvestradas e inútiles en el tráfico de esta ciudad llena de cuestas, días lluviosos, etcétera. Déjelas para el verano y para rutas cicloturistas. Sin llamar imbécil a nadie, ni necesitando remedar al autor de ninguna cita, sí le digo que me parece una imbecilidad la idea, y para no ofender, léase una solemne tontería como solución al problema del tráfico en Oviedo.

Salud, porque la lotería no ha tocado y encima con las medidas de Rodríguez...; además sé que este término es de su gusto como saludo. Pues eso.

Carlos Labrada

Oviedo