Viaje en Taxi al Paraíso
El pasado sábado, he pisado por enésima vez el tupido suelo de la Vega de Brañagañones y la subida ha sido de un modo diferente a todas las anteriores, por primera vez he realizado el viaje en Taxi al Paraíso.
Durante décadas y en varias ocasiones he subido caminando por la pista desde Bezanes, también por La Vega Pociellu y la Colla Arenes o desde Isoba por la pista Wamba, y muchas veces en coche, unas como conductor y otras como acompañante.
Descartada la alternativa de subir el coche, no sé si por miedo o por prudencia, cuando los años ya pesan, esta nueva alternativa del tren resulta fascinante.
Un día, como tantos otros en Asturias, con previsiones de lluvia de un cien por cien y que al final una vez en La Vega el continuo movimiento de nubes y niebla, incluidos claros con sol, acabo presentando un paisaje de cambios alternativos, toda una delicia para la vista.
Remitiéndome al viaje en sí, a través de la sinuosa pista que parte del pueblo de Bezanes, quiero resaltar lo que para mí fue una verdadera sorpresa, algo impactante.
Me refiero al papel que ejerce durante el trayecto la persona que, aparte de conducir con destreza un vehículo tan peculiar, hace, en su papel de guía, que la duración del viaje resulte tan amena como corta en el tiempo.
Rafa no solamente se explica con total claridad, sino que lo hace con un énfasis que denota su total conocimiento del Parque, así como un gran cariño por el mismo, transmitiendo su historia, su orografía, la idiosincrasia de sus gentes, explicando con detalle las rutas más importantes del entorno.
Es de agradecer que esa persona haya apostado y finalmente, tras años de lucha, haya logrado llevar a cabo su arriesgada aventura empresarial. Son, sin la menor duda, este tipo de iniciativas las que necesita el Parque de Redes para su crecimiento turístico.
No quiero dejar a un lado el complemento gastronómico ofrecido por José Manuel y Diego en el Albergue, donde me encontré con un menú que no me esperaba en este mes de septiembre, unos exquisitos callos y de postre, cómo no, queso casín.
Con nostalgia y remontándome a mi tierna infancia, me atrevo a decir que este viaje me ha llevado a sentir la misma y agradable sensación que la vivida cuando me subía nerviosamente al tren de la bruja durante las fiestas de Santiago en Sama.
Gracias, Rafa; gracias, José Manuel y Diego, volveré.
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