El marchamo "Fechu n'Asturies"

Lejos de pretender incurrir en estériles debates de carácter político, la defensa del consumo de productos autóctonos, más si cabe, en períodos de conflictividad económica como la que nos ocupa, se hace, a todas luces, prioritaria.

Se podría calificar como obvio que el gerente de una comercializadora de productos asturianos haga este tipo de declaraciones si nos atenemos únicamente a criterios de carácter estrictamente mercantil, pero les puedo asegurar que estas líneas no están escritas pretendiendo aumentar nuestra cuota de mercado como empresa, sino que buscan incentivar un consumo concienciado en esta Asturies nuestra que nos resulte beneficioso para todos, produzcamos lo que produzcamos, vendamos lo que vendamos, transformemos lo que transformemos. Y es que por producto asturiano, además del artesanal, agroalimentario y/o gastronómico, debemos de entender todo aquello que se produce, manufactura o comercializa desde esta tierra.

Nadie plantea ni por asomo dudas acerca de la calidad de nuestros productos agroalimentarios. Producimos cada vez más bueno, cada vez más justo, cada vez más sano y cada vez más limpio. El abanico en lo referido a la relación calidad-precio se abre cada vez con más amplitud y la oferta se hace cada vez más extensa.

Pero el marchamo «Fechu n’Asturies» no debe de reducirse únicamente a nuestros excelsos productos artesanales agroalimentarios. En Asturies existe una pequeña, mediana y gran industria que día a día se rompe los cuernos produciendo asturiano, transformando asturiano, vendiendo asturiano… y que debe tener como principal valedor y comercial al propio cliente asturiano.

No estoy hablando, ni por asomo, de renunciar al importantísimo comercio exterior como destino de nuestra producción local, pero sí pretendo evidenciar que no se puede tender únicamente a la exportación desdeñando nuestra potencialidad como consumidores.

Quizás uno de los mayores handicaps en este sentido se encuentre en el hecho de que el colectivo de emprendedores y/o empresarios de origen o situación asturiana no parece tener en cuenta la importancia que este hecho diferencial supone para la propia Asturies, su propio sector empresarial y, por ende, su propia empresa. Incluso podríamos hacer extensiva esta aseveración al conglomerado de potenciales clientes que no acaban de entender que el consumo de «lo propio», «lo autóctono», «lo local», «lo fechu n’Asturies» redunda positiva e inmediatamente en la cadena económica asturiana de la que ellos también forman parte.

Algo le pasa a este pueblo y a esta clase emprendedora y empresarial para con su querida Asturies de la que todos somos excelentes «embajadores», allá donde vayamos, pero para con la que no sabemos ejercer de «ministros»; procurando el bien de su economía en nuestro día a día y fomentando in situ el consumo de todo lo que este vergel produce, no sólo desde el sector primario, sino también desde el secundario y terciario.

Lo mismo ocurre desde las instituciones y entidades públicas, ya sean de carácter local o autonómico. De poco sirven las campañas institucionales de concienciación del consumo de productos locales si luego el Ayuntamiento o la Dirección Regional de turno riega sus «ágapes» con vinos de Rioja y Ribera del Duero y exquisitos cavas catalanes. El movimiento se demuestra andando y dando ejemplo. Lo de dar ejemplo parece no ser lo nuestro, y caminar caminamos sí, pero muchas veces como pollos sin cabeza. Nos deslomamos trabajando sin criterio y evidenciando, día a día, que esta Asturies nuestra carece de un proyecto cohesionado y coherente que dé salida a todo nuestro potencial productivo con dignidad.

Si a la hora de proceder a abrir una «plica» para una adjudicación de una publicación, de una campaña de marketing, de un catálogo o boletín institucional no ponderamos debidamente el «origen» asturiano de nuestros medios de impresión, de nuestros diseñadores gráficos, de nuestros especialistas en marketing, o de nuestras empresas de organización de eventos, flaco favor estaremos haciendo a nuestra economía autonómica, a nuestra tierra, a nuestro pueblo.

Sólo un fomento de la economía local puede hacer frente al desequilibrio económico derivado de esta globalización mal entendida en la que nos hemos visto forzosamente sumidos. Debemos dejar de temer a defender nuestra condición de empresarios asturianos, tanto en lo emocional como en lo económico, por miedo a vulnerar no se sabe muy bien qué tipo de fundamentos solidarios. Las empresas asturianas somos clave en la recuperación de esta tierra y debemos caminar con paso firme, dando el ejemplo que muchas veces echamos en falta de las propias instituciones. Y la mejor forma de dar ejemplo no es otra que, evidentemente, consumiendo asimismo «local».

La solidaridad empieza por el vecino, por el de al lado de casa, por los de nuestra propia casa… Y a nuestra ciudadanía, clase empresarial e instituciones, da la sensación de que le queda mucho por hacer por esta tierra asturiana. No sé el resto, pero servidor, al menos, tiene claro que trabaja para su empresa, su familia y su tierra, esa tierra asturiana de la que aprendió a trabajar y a la que, evidentemente, le corresponde recibir una parte como socia beneficiaria de nuestra labor empresarial.

Desconozco, como también desconocen los analistas económicos y nuestros propios dirigentes políticos, cuanto nos queda para superar este período de crisis, pero hay una cosa que resulta evidente, nos toca «salir» a nosotros, nadie va a venir a «sacarnos» ahora del atolladero. Y una de nuestras principales herramientas para salir airosos de este entuerto es creer en nosotros mismos como pequeña potencia económica. Creer en lo que fabricamos y en lo que vendemos, tanto como productores como comercializadores y consumidores. Estructurar nuestra cadena económica local como haría cualquier otra unidad geográfica, económica y social como la asturiana.