Padre Laínz Gallo, fallecido después de servir a la Iglesia y a la Ciencia
Cada mañana, nos encontramos con la triste noticia que, de una manera o de otra, afecta a nuestra sensibilidad, especialmente cuando observamos que la noticia se refiere, como en el caso que comentamos, nos afecta por sus relaciones de amistad, afecto y notable longevidad. Ciento y un años, cumplidos, fueron los que superó la vida del Padre Laínz Gallo, jesuita y fiel servidor de la Iglesia, años bien colmados de realizaciones en favor de la ciencia, del apostolado, y de los saberes del mundo de lo religioso en cuanto a su profesión jesuítica y simultaneando su entrega al ámbito de la ciencia, concretamente, a la Botánica, que llegó a dominar, con precisión de especialista. Su herbolario, integrado por unas 45.000 especies científicamente catalogadas, constituye un auténtico tesoro científico, del que el Padre Laínz Gallo, en un acto de supremo altruismo, ha hecho donación al Ayuntamiento de Gijón.
Los primeros años de docencia e investigación fueron dedicados por el jesuita a la enseñanza en la Universidad Laboral, cargo para el que había sido nombrado por sus superiores, dada su preparación y capacitación por ser persona muy apta para las cualidades que se pretendían en orden a la formación de un claustro modélico, cuyos miembros se distinguieran por sus cualidades pedagógicas y por sus aptitudes de dedicación para la investigación, posibilidades que se verificaban sobresalientemente en el Padre Laínz Gallo.
El Padre Laínz Gallo ha superado los avatares de la presente vida, dejando una herencia gigantesca
El clima creado en la docencia fue una de las características de la Universidad Laboral, aspectos que se desarrollaron tan profusamente en el ambiente universitario y, más tarde, en el Colegio de la Inmaculada, que orientaba al alumnado a la iniciación en el ámbito de las ciencias: destacaban de este modo los seguidores de la Heráldica con las enseñanzas del Hermano Corteguera, cuyos logros quedan patentes en la magna Enciclopedia Asturiana bajo la hégira de don Luciano Castañón y de otras personas del mundo de la Ciencia y de la Cultura. El Padre Laínz Gallo completaba contribuyendo con la labor de aprendizaje con las aportaciones de la Botánica, cuyo herbolario se enriquecía con la labor de aprendizaje del jesuita. La historia se hacía estudio más deleitable por el profesor Elviro Martínez, iniciando a los alumnos en los métodos para adentrarse en la amplificación de las fuentes históricas. El Padre Patac de las Traviesas resulta ser y convertirse en el puntal de sostenimiento de la pedagogía de este señero colegio jesuítico, suministrando a los profesores y al mundo de las Humanidades y de los saberes todo cuanto pudiera suministrar su copiosa Biblioteca, tesoro invaluable para la urbe gijonesa.
El Padre Laínz Gallo ha superado los avatares de la presente vida, dejando una herencia gigantesca, cifrada en muchos pliegos de la ciencia y del saber científico en sus especies del mundo vegetal.
Descanse en Paz el Ilustre jesuita que tan excelentes servicios prestó a la Religión y al Mundo Científico.
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