¿Se puede ser feliz aun sufriendo?
Como suele suceder con lo que se hace rutinario, hasta la guerra, el crimen, la contaminación, el hambre o la corrupción se orillan para seguir sobreviviendo sin traumas. Se sufre menos pero también disminuye nuestro sentir humano. Dice un diccionario sobre la felicidad: "Estado de ánimo del que disfruta de lo que desea". En general esa felicidad se compra con la indiferencia hacia nuestro prójimo. Los que prefieren mantenerse despiertos ante la injusticia, el odio y la mentira sufren más pero valoran la justa correspondencia por esos sentimientos.
Pongamos un ejemplo: Ensio tiene un amigo jubilado con paga de 700, lo ve con la misma ropa de siempre pero no le pregunta ¿cómo vas? Para no sufrir, Ensio se justifica con: "Si hubiese trabajado lo mismo que yo...". Ensio dice tener fe en Dios, también los que hacen la guerra, los criminales o los corruptos, al fin y al cabo hay 4.000 religiones que dicen representar a Dios. Lo que no parece cuestionarse es su efecto. ¿Dónde encontrar algo de felicidad entonces? Jesús dice: "Bienaventurados -o felices- son los que están conscientes de su necesidad espiritual". De la espiritualidad dice la Biblia: "Por otra parte, el fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio". (Gálatas 5:22, 23).
El amor que mostramos hace que los demás nos amen. El gozo nos proporciona la fuerza para enfrentarnos a las dificultades. La paz nos ayuda a evitar problemas en las relaciones personales. La gran paciencia nos permite ser felices incluso aunque estemos pasando por una prueba. La benignidad atrae a otras personas. La bondad que despleguemos hará que los demás nos ayuden cuando lo necesitemos. La fe nos asegura la guía amorosa de Dios para el presente y el futuro. La apacibilidad nos proporciona tranquilidad de corazón, mente y cuerpo. El autodominio nos ayuda a cometer menos errores. ¡Felicidades a los que aportáis esa espiritualidad!.
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