La coherencia de Esperanza Aguirre
Siempre he tenido en estima y consideración a todas aquellas personas que, en todos sus actos, han demostrado un alto nivel de coherencia, con independencia de que sus ideologías o creencias coincidieran o no con las mías. Cuando una persona se manifiesta, de palabra u obra, de acuerdo con sus principios, de forma honesta, sin condicionamientos, presiones ni adoctrinamientos, merece siempre, cuanto menos, un respeto. Quizá sea ésta la razón por la que siento tan limitado aprecio a la clase política que actualmente está instalada en nuestras instituciones, en la que, salvadas algunas honrosas excepciones, esta característica no es precisamente su virtud. Las recientes declaraciones de la líder del PP en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, manteniendo su conocido criterio sobre la idoneidad de Cascos para optar a la Presidencia del Principado de Asturias, en contra del aparato del partido y a pesar del retracto de otros destacados dirigentes que, aun opinando lo mismo, no tienen la gallardía de sostenerlo, la convierten en una de esas raras excepciones. No sirve escudarse en la pobre disculpa de la socorrida disciplina de partido. Antes que políticos tenemos que ser personas, y si la política coarta y condiciona nuestros propios criterios es que o nos hemos equivocado de trinchera o apreciamos demasiado nuestro plato de lentejas. Claro que, también es verdad, se necesita cierto coraje y, sobre todo, confianza en uno mismo para despreciar algunas clases de lentejas.
Apenas apagadas las luces de la convención de Sevilla, y con Rajoy disfrutando de las alharacas con que lo obsequiaron los asistentes al cónclave, ya se le ha producido su primera indigestión. Está visto que, por más que intente disimularlo, el error de estrategia cometido con Álvarez-Cascos, al descartarlo como candidato por Asturias y, al tiempo, bendecir la conducta de algunos dirigentes regionales que tanto anatematizaron a este destacado político, puede pasarle una factura demasiado elevada. Si algunos otros dirigentes, que pensando lo mismo que Aguirre, siguen el ejemplo de ésta, la behetría que puede instalarse en el PP puede dar al traste con todas sus expectativas. De momento, con Cascos en liza, la posibilidad de reconquistar la Presidencia del Principado en el próximo mes de mayo se va a convertir en un intento frustrado y, por supuesto, en su primera gran decepción. El pecado cometido está claro, y es grave, lo que queda por ver es el alcance de la penitencia. Que ésta le sea leve, aunque no dejará de ser dolorosa.
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