Relaciones internacionales
Es apasionante el mundo que se nos presenta, después de décadas de gran estabilidad y heroico apuntalamiento de un democrático Estado de bienestar, liberalismo económico carente del más mínimo complejo y existencia de un mundo multipolar, donde el eje crucial euro-norteamericano, prevalente pero muy desgastado, está gestando un gran Mundo Confucioniano liderado por China, el sudeste asiático-Pacífico, incluso hay mucha clase media en la exótica, sagrada, mística y muy ingenieril India. Japón es Shinto, zen, y robotización total Latinoamérica, lberoamérica, gran esperanza, oscila entre Maduros autócratas y ultras Mileis. Nuestra Europa garantista y de bienestar, gigante económico, debe mucho a Jacques Delors y una admirable Ursula Van Der Layen, gestora exitosa de la pandemia del covid, pero que se encuentra con un panorama muy dispar en la Unión Europea: varias velocidades de crecimiento económico y creación de empleo, mentalidad de un norte que acusó no hace mucho al sur de pedigüeño y envió "intervencionistas Hombre de Negro" a Grecia.
Europa es nuestro ámbito de inserción, es fraternal comitología, lobbys, planificada y culta civilización que vela bien por los Derechos Humanos, la seguridad jurídica y directivas sociales, y que ahora, con el auge de extrema derecha, el auge claro del gasto militar en la OTAN, "Democracias iliberales" tradicionales, se enfrenta a ser tildada de orwelliana y muy bunkerizada. En Bruselas y Estrasburgo se corre el riesgo siempre de caer en un mandarinato. El brexit fue una gran decepción, la amenaza de una Rusia imperial de Putin, con mentalidad claramente autoritaria, control de los medios y tics autocráticos típicamente rusos neozaristas expansionistas, como se ve en la guerra de Ucrania, coloca a la Unión Europea contra las cuerdas. El conflicto bélico de Gaza ha llevado a España a posicionarse a favor de un Estado de Palestina, frente una guerra cruel contra la población más vulnerable. Estados Unidos es una gran democracia imperial, un sistema ultraliberal en lo económico, un crisol de razas, donde el "Washington Post" y la bostoniana "élite progresista" es ajena e impopular en la América profunda, un país muy patriótico pero también con múltiples idiosincrasias, armados antisistema, trumpianos blancos y clases trabajadoras tradicionales, universitarios y muchas comunidades. Estados Unidos es turbocapitalismo, talento y valores, Amish y muchas etnias. Esperemos que Kamala Harris se convierta en una presidenta con talante novedoso y justo. En el caso de continentes enteros como África, tenemos puntos calientes por doquier, en el el área del Sahel, de influencia francesa, Sudán del Sur y el Cuerno de África, infestado de piratas. El islamismo es Umma universal, con escuelas coránicas sunníes o chiíes; el país con más creyentes islámicos es el Dédalo de Indonesia; en nuestros telediarios occidentales, de vez en cuando, aparecen, de modo alarmante, atentados de "lobos solitarios" conversos al yihadismo, tras pertenecer a familias de banlieue, francesas de tercera o cuarto generación. Australia es muy avanzada, muy cosmopolita hoy, tras haber dejado de ser solo blanca y anglosajona desde hace varias décadas, es ya un crisol de razas. Nueva Zelanda, maorí, es un país de muy apreciable nivel de vida y tolerancia, una muestra feliz de la Commonwealth. Apasionante, el concepto de "Geopolítica" que despliega Jorge Dezcallar en sus libros, así como el ecléctico escritor afrancesado Amín Maalouf, que analiza muy bien Occidente y sus adversarios. España creó un imperio, mitos como el Quijote, Don Juan, fue en busca del Reino de Cíbola, la utopía de Tomás Moro y Campanella, la fuente Castalia de la eterna Juventud de Ponce de León, El Dorado, la utopía jesuita de San Ignacio, una visión universal lista, una concepción conquistadora medieval y renacentista, fundadora como Roma. España cayó presa de su desbarajuste con la concepción burguesa liberal ilustrada, los abismos ideológicos, entre ultraconservadores tradicionalistas y aperturistas de signo ilustrado, nuevos grupos y europeístas socialistas. Hoy España es un territorio globalizado, bien encauzado en un
la Unión Europea, alianzas internacionales, con muchos discursos de maquillaje que gravitan sobre una socialdemocracia apaciguadora y unos estilos de vida que engrasan el sistema de libre mercado. Hay algo de lampedusiano, pero también avances notables en bienestar.
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