Crónicas de España
Había una vez un gran país cuyo encargado de que todo saliera adelante, un hombre pizpireta, con un sentido del humor un poco negro, casado en primeras nupcias con una mujer de buen ver, pero llena de toneladas de orgullo. Solo quería demostrar su valía, que fue lo que dio al traste con todo lo que habían conseguido en los inicios de ese gobierno, rodeado de mentiras, políticas impracticables, mal uso del dinero ajeno, el de sus ciudadanos, a los que les mintió según pintara el momento y de acuerdo con el "parné" pactado por acudir a ciertos medios atados al poder y extremadamente pútridos.
Ese hombre pizpireta y su compañera de vida empiezan a saborear las mieles del éxito, el poder bajo sus pies, y se dieron cuenta de que vivir así compensa en demasía. Están en lo alto del mundo, se codean con personas de la élite económica, bancaria, política y hasta religiosa. Van sintiendo ese vértigo del que, con solo el chasquido de sus dedos o una llamada a alguien importante, se queda con el número ganador.
Ella se dedica a sus negociados universitarios en su mundo de "piruleta arcoíris" y a dar clases universitarias de muy "alto standing". Algo se le olvidó, porque de repente, todo ese espectro de colores cálidos se tornó en tormentas espeluznantes, acompañadas de relámpagos incendiarios y truenos ensordecedores, que solo golpean el tejado de su propia mansión, que pronto se desmoronará sobre ella.
Él tiene un enorme despacho, anexo a su vivienda, en el que recibe a los seres más sobresalientes del planeta, como dictadores africanos, directores de universidades españolas, actores del momento, presidentes de compañías varias a los que les cuenta el asunto del "clima cambiático", pero las placas y los generadores son solo para los ciudadanos españoles, para que nos dé un buen golpe de calor y se extinga nuestra población. Ese tejado también se desmoronará sobre él, no se nos olvide.
Oh, amado jefe, no nos quiera tanto, no queremos que le pase nada. Muchos creemos que el mejor lugar es siempre el "estar a la sombra", para que no tenga quemaduras solares. Pero usted lo confunde con "estar en la sombra", que no es lo mismo, pues entonces sería no aparecer, pero todos sabemos que está mimetizado con el sistema y en lo que nos quiere usted convertir, en unos pobres ciudadanos dependientes de un Estado fallido, igual que en Venezuela.
Este texto de hoy es bien corto, ya ven. Como siempre, les deseo paz y bien, pásenlo bien y no se porten como ellos, nosotros somos mucho mejores. La canción de la semana es "Corrupto Oficial", de Daddy Yankee.
Hemos de empezar a rezar diariamente al patrón de los políticos, Santo Tomás Moro, que no cedió ni a los deseos de Enrique VIII y fue ejecutado en julio de 1535 por su negativa a apoyar la ruptura de la Iglesia de Inglaterra con la Iglesia católica de Roma. Murió con estas palabras en su boca: "I die being the King's good servant-but God's first" ("Muero siendo el buen servidor del rey, pero de Dios primero". Eso es tener honor. Su celebración es el 22 de junio. ¡Hala, con Dios!
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