De cómo el PSOE lleva noventa años sin pedir perdón
Haciendo uso de la desmemoria histórica de un modo repugnante, el Partido Socialista español, el mismo que a cada paso desempolva el guerracivilismo para arengar a sus tropas, sigue sin pedir perdón por su intento de golpe de Estado en Asturias en octubre de 1934.
Es el mismo partido que desgobierna España, que ahora pacta con independentistas y filoetarras, el que casi un siglo después se jacta de aquellos modos terroristas que pusieron en pie de guerra a toda Asturias. Es el partido de Pedro Sánchez apelando a la regeneración democrática, y que él mismo está convirtiendo en una degeneración democrática en favor exclusivo de sus intereses y los de su familia.
Es el mismo Partido Socialista dinamitero que se alzó en armas contra un Gobierno democrático salido de las urnas de 1933, el que arrasó iglesias, destruyó la ciudad de Oviedo, incluida la Catedral, la Cámara Santa, la Universidad, etc.; el mismo Partido Socialista que dio lugar a la muerte de más de 2.000 carbayones, entre ellos, claro, con preferencia de curas y seminaristas; el mismo Partido Socialista que sigue haciendo de aquella tragedia una falsa alegoría de patriotismo; el mismo Partido Socialista que sigue ensalzando a su principal inductor, Indalecio Prieto Tuero (arrepentido a título personal desde su exilio dorado en México), y a quien, cómo no, Antonio Masip dedicó una calle en Oviedo, anulada recientemente.
El mismo pistolero Indalecio Prieto al que hace poco la Facultad de Historia de nuestra Universidad dedicó una placa conmemorativa que solo se merece en el infierno. ¿Alguien en su sano juicio colocaría otra placa ensalzando la intentona golpista del coronel Tejero el 23F?
Nada de la tragedia de 1934, sin embargo, ha servido durante estos 90 años para que el Partido Socialista pida perdón a los españoles, muy especialmente a los asturianos. Desgraciadamente, es la misma cobardía que, actualmente, defienden los golpistas catalanes de 2017 y los bilduetarras vascos, con quienes Sánchez flirtea cada día. La historia no les absolverá.
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