Un horizonte de perros
"En las últimas esquinas / toqué sus pechos dormidos, / y se me abrieron de pronto / como ramos de Jacinto". Fragante lozanía de la lírica lorquiana. Los toqueteos en autobuses y el metro, que denuncia la señora Fallarás, son otra cosa. Cada cosa en su sitio. El sitio de Errejón no parece ser ni el verso ni el metro. Lo pillaron los suyos con las manos en la masa y no encuentra mejor defensa que declararse culpable echando la culpa al sistema: sería "víctima del neoliberalismo".
Siempre a babor o a estribor de Yolanda Díaz, como monaguillo o escudero, salía tanto en la tele como esa "prima donna" de la política espectáculo (valga la redundancia). Eso por una parte; por otra, como diputado y portavoz de Sumar, sumaba nada menos que más de cien mil euros en catorce pagas de 8.500. Notoriedad y solvencia, dos eficaces potenciadores de lo que los cursis llaman "sex appeal". Con esos ingredientes, por lo que se va sabiendo, Errejón pescaba sin echar las redes. En cambio, un mileurista, ya puede ser guapo, tiene que trabajárselo para comerse una rosca.
Tantas facilidades debieron de inducir a Errejón a creer que todo el monte era orégano. ¿Justifica eso esta lapidación colectiva y unánime? Los modales amatorios del exdiputado son, sin duda, mejorables; está por demostrar que fueran criminales. Y, desde luego, oscila entre el ridículo y el esperpento abordar el "Ars amandi" de Íñigo Errejón como una cuestión de Estado. "El deleite es con los amigos en las cosas sensuales y especial en contar las cosas de amores y comunicarlas: Esto hice, esto otro me dijo, de tal manera la tomé, así la besé, así me mordió..." Esto, en Fernando de Rojas, es literatura; en la cuenta de Cristina Fallarás (en la que se informa hasta del momento en el que sujeto "saca el miembro") suena a delación y venganza.
Asistimos a un teatro en que el público interviene en la representación. ¿Quién escribe el guion? Yolanda, con Sumar, se engulló las siglas de Podemos (los votos se los fue merendando Sánchez). Los enterados insisten en que vuelve Pablo Iglesias con el famoso plato que se sirve frío; y con el piolé por icono. Yolanda ya duerme con el pestillo echado.
En cualquier caso, lo más obsceno que hemos visto en política fueron los abrazos televisados de Pedro con Pablo, con Iván Redondo oficiando de madama y James Rhodes al piano para darle a la escena ese morbo decadente de burdel kitsch. De aquellos lodos vienen estos polvos. Empezando por los de Errejón y siguiendo por los que vayan saliendo. Acaban de cambiar la hora y "la noche de los cuchillos largos", que acaba de empezar, no será corta. "Sin luz de luna en sus copas / los árboles han crecido / y un horizonte de perros / ladra muy cerca del río". Pues eso, de perros.
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